LA DOCTORA

19082007596Abatida, vierte su refresco en un vaso de cristal ajado y rallado de tanto uso. Una mueca burlona, sarcástica, se dibuja en su rostro. Jóvenes residentes almuerzan en la cafetería ajenos a ella.
Carla recuerda nostálgica su juventud. Precoz y obstinada, su única meta era convertirse en la mejor neurocirujana de su hospital. En la actualidad es la jefa de su unidad, lo que siempre deseó. Seguir leyendo LA DOCTORA

DEMASIADA CASUALIDAD

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Dar sentido a la verdad es justificar nuestros razonamientos, y sin ellos no somos nada; tan subjetivos son mis pensamientos como cuestionables. Hablo de percepción, del concepto, que de por sí es intangible. Así cada uno de nosotros damos forma a lo que por los sentidos nos llega. ¿Cómo valorar lo que es real o no? Y… ¿por qué lo ha de ser para los demás?

Sí, ya sé, cuando me da por filosofar…Pero es que me pierdo en pensamientos que no sé si de verdad importan. Si son mera química neuronal o fundamentos por encima de lo aprendido, lo conductual o emotivo.

Cuando veo luz en el sentido de la vida, siempre la ciencia tira por tierra cualquier atisbo de lo sobrenatural, sin embargo creo.

Creo que la casualidad no existe. Y quién soy yo para llevar la contraria al más emblemático de los científicos de nuestro tiempo, Stephen Hawking; el cual  manifiesta que somos producto prácticamente de la casualidad, de un compendio de sucesos que se han ido fraguando hasta completar el universo tal y como lo conocemos (bastante poco, por cierto).  Pero…

Creo que por encima del ego inherente al ser humano y, nuestro empeño por justificar nuestra existencia por encima de lo estrictamente tangible, (polvo al polvo), es al menos sospechoso la cantidad de sucesos y acontecimientos a lo largo de la historia de nuestro universo, galaxia, sistema solar, planeta y, sobre todo del ser humano, como para creer únicamente que todo es fruto de las mera casualidad. Y así…

Creo que hay algo más, y lo digo con la boca pequeña, como si una mano enorme encima de mí amenazara con soltarme un sopapo por salirme de lo pragmático e incurrir en lo espiritual. Pero si me alejo de la idea de que el amor todo lo puede, que la felicidad es alcanzable cuando nos sacudimos la caspa del poder o de la ambición desmedida, y no nos centramos en dar sin esperar nada a cambio o amar por encima de todas las cosas, es entonces cuando de verdad mi vida estaría vacía; tan banal como todo lo material, tan triste como la soledad del hombre más rico, tan rico, que solo tiene dinero.  Las utopías son posibles, por ello…

Creo en algo inmenso, en diferentes dimensiones, en un equilibrio universal del que formamos parte, de un todo tan descomunal y espectacular, que me cuesta creer que hablemos de casualidades.

A ese algo llamadlo dios y, aquí me mojo, en esto creo. En un equilibrio universal del que formamos parte y al que debemos, al menos, el beneficio de la duda.

 

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TORO DE LA VEGA, TRADICIÓN O INVOLUCIÓN.

Es asombroso como se util19082007596iza la palabra tradición cuando se trata de justificar lo injustificable.

Para dar sentido a la crueldad contra los animales y, con el único propósito de provocar la diversión de los simpatizantes lugareños, como manda la tradición, se maltrata de manera  pública y notoria a cualquier ser vivo sin pararse a pensar en las sensibilidades de quienes han preferido evolucionar. Tradición no es sinónimo de perpetuidad ni de inexcusable actuación sea cual fuere tal práctica.

Perseguir a un toro hasta darle muerte a lanzadas, no es tradición, es involución. Demostrar nuestra superioridad animal ya no es necesario. Hay maneras más imaginativas sin sufrimiento animal para dar rienda suelta a los excesos de testosterona de hombre. Hoy ya no salimos a cazar para alimentarnos ni usamos lanzas para defendernos de los depredadores que asediaban nuestras poblaciones.

Aluden en su defensa, que la actuación de tan salvaje práctica se debe respetar por la costumbre que se arraiga desde finales del siglo XIV. Sí, en plena Edad Media, donde según los historiadores también era costumbre despeñar a los astados por el acantilado para morir en la aguas del río Vega, como sacrificio por el nacimiento de un nuevo hijo del rey.

Si hablamos de costumbres ancestrales mencionemos las múltiples prácticas de sacrificios humanos del periodo romano, que fueron abolidos por decreto senatorial allá por el año 97 A.C. ¡Pues qué lástima! ¿Cómo pudimos dejar escapar tal costumbre? Y perdón por la ironía.

El plena Edad Media también era costumbre el “Ius primae noctis o derecho a la primera noche, (derecho de pernada). Alguien se imagina al presidente de telefónica disfrutando de la primera noche de cualquier esposa de reciente casación de alguno de sus empleados. Yo lo digo por evitar la pérdida de otra costumbre ancestral.

Asumo el riesgo de parecer demagogo, tan sólo intento despertar conciencias.

Aún quedan en España y algunos países de Europa festejos que incluyen maltrato animal salvaje e injustificado, como el toro júbilo (embolado) o el toro de San Juan, donde los bravos animales sufren quemaduras de consideración, o son sometidos al lanzamiento de cientos de “soplillos”, alfileres tipo dardo  para finalmente darles muerte de un disparo.

En el pueblo de Brodilovo, Bulgaria, existe una fiesta denominada “el giro del perro”; y en Dinamarca, en las zonas costeras de las Islas Feroe, otra denominada “la matanza de delfines”. No daré más datos, pues imagino que se harán una idea de lo bárbaro de estos festejos.

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Sigamos concienciando…

 

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VIAJANDO AL FUTURO

 

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Los últimos descubrimientos desvelados por el observatorio hispano.alemán en Calar Alto (Almería) le hacen a uno reflexionar.

Ya es oficial, y así se publicará próximamente en la prestigiosa revista Astronomy & Astrophysics Letters. El primer exoplaneta (planeta que no gira en torno a nuestro sol) descubierto; por desgracia moribundo y denominado Klepler-91b, cuya masa es ligeramente inferior a la de Júpiter, disfruta de sus últimos días de existencia a punto de ser engullido por su sol, ahora convertido en Gigante Roja.

 

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Tras finalizar las discrepancias surgidas entre investigadores, gracias a la “técnica de la velocidad radial” (no seré yo quien explique tal técnica), al parecer, ya no cabe duda alguna.

Sabemos que existen cientos de millones de estrellas en nuestra galaxia y miles de millones de galaxias, por lo que el número de exoplanetas que existen es innumerable y, para uno que se logra encontrar, se muere.

Consciente de que más bien tarde que temprano, nuestra estrella luminosa, sin la cual la vida en nuestro planeta no existiría, acabará por convertirse en Gigante Roja y, por tanto, atrapará en su crecimiento exponencial sin resistencia alguna a todos los planetas de nuestro sistema solar, sin excepción; obtenemos una visión clara y detallada de lo que nos depara el futuro.

Tardaremos más en obtener respuesta a otra de las enigmáticas preguntas  que la humanidad se plantea desde tiempos inmemoriales: ¿de dónde venimos?

Hacia dónde vamos empieza a estar más que claro; y no me refiero a nosotros como especie, pues ahora sí, más antes que después, ya sea por la siguiente glaciación o por nuestra enorme capacidad para auto-destruirnos , no tendremos tiempo de sufrir tal desenlace.

Conformémonos pues con disfrutar del lapsus inapreciable de vida que brincamos por nuestro precioso planeta e intentemos cuidarlo mientras dure. Soñemos pues, que los que nos sigan, hagan lo propio.

Se da uno cuenta de lo insignificantes que podemos llegar a ser y lo afortunados que somos.

http://www.20minutos.es/noticia/2212369/0/investigacion/kepler-91b/exoplaneta/

 

Y después…

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Hoy conversaba con mi compañero de trabajo sobre la existencia de algo más, de una vida detrás de la muerte. Aseguraba desde el punto de vista más científico posible que nada puede haber. Como buen médico, aludía a cuestiones científicas indiscutibles sobre el funcionamiento de nuestro cerebro. Los intercambios químicos y eléctricos que sufren las neuronas en nuestro cerebro son una vez más la respuesta a todas las dudas sobre posibles experiencias paranormales, contactos con seres de luz, etc. Que buscamos en la inseguridad de nuestra existencia justificaciones para no caminar por el sendero de nuestra corta vida con la certeza de que no hay nada más. Situación que, emocionalmente, nos impediría mantener la cordura necesaria para afrontar el día a día con esperanza, ilusión o planes de futuro. Más o menos el creer en algo, tener fe, sería un método de autodefensa de nuestro propio organismo para resistir una vida con un final predecible y finito. Polvo al polvo.

Me he posicionado, siempre desde el respeto y la transigencia, valorando qué opción podría ser más interesante para dudar de tal afirmación con una argumentación plausible. Le he hablado del conjunto, del todo y del uno. Si aparcamos el ego del propio ser humano como único y por ello con derecho a reivindicar, cerca de la elucubración, lo que es o no real, le he invitado a ver a través de un todo común. Creo que debemos una vez más mirar desde lo más alto. Desde cualquier punto lejano de nuestra galaxia sería sencillo cambiar de postura. Si nos paramos a pensar que vivimos en un pequeño planeta entre cien mil millones de estrellas…, me explico: si no somos conscientes de que formamos parte de algo tan inmenso y magnífico, algo tan brutal que a día de hoy nos es imposible imaginar en nuestro limitado conocimiento o capacidad de asimilación, nunca encontraremos respuestas. Para mí formamos parte de una gran cadena hacia la evolución universal y todo, absolutamente todo tiene un por qué. Morirse sería un proceso más, hasta insignificante si me apuráis.
¿Qué hay después? No me preocupa. No me creo imprescindible. Creo que una buena respuesta sería no esperar la muerte como un fin, ni como el principio de otra cosa. Deberíamos vivir buscando lo que interiormente nos dicte nuestra conciencia. A nivel individual el ser humano es increíble. Universalmente un grano de arena en el desierto de la propia existencia. Uno más, pero desierto al fin y al cabo.
Observo a mi compañero y creo adivinar sus pensamientos: Otra amalgama de intercambios químicos entre neuronas.

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