Archivo de la categoría: DESPERTAR CADA DÍA

MALDITOS DEMONIOS…MALDITOS FANTASMAS…

Y así, huyendo de tus miserias, se te ha pasado la vida.

Donde pudiste ver nacer cada nuevo amanecer, apagaste la luz para ver el ocaso. El espejo de tus penurias solo refleja el fracaso.

En un lúgubre laberinto, cada vez más enmarañado, con espinosos zarzales y alimentado de fantasmas, tan reales en tu conciencia como abstractos en el mundo real, dejaste secar al sol las esperanzas para regar de recuerdos distorsionados el jardín de tu existencia.

Y hoy, arrepentido, aunque no redimido, miras al infinito temeroso por marchar solo. Convencido de que allí, al otro lado, encontrarás las respuestas a las preguntas que quizá, nunca debiste haber planteado.

Preparado para morir, te olvidaste de vivir. La toalla cogió polvo, pues una vez tirada, nunca quisiste recogerla para enfrentarte a un nuevo combate.

Y fue allí, en lo más profundo de tu infancia, donde los demonios de una madre perturbada echaron el ancla. Nunca se marcharon. Y me consta que nunca lo hacen; que los fantasmas se heredan y los demonios, alimentados de los traumas no superados, en un delirio cómplice se recrean hasta consumirte.

Porque sí. Pudiste alcanzar sueños anhelados; viajar, descubrir un mundo misterioso que se ha desvanecido tras  tu ofuscada mirada. Que te lo has perdido todo. La vida de tus hijos. Sus logros y fracasos. Que el más allá será fascinante, y ojalá, como te dije hace poco, sea como siempre creímos, para que de una vez por todas, al menos una vez en tu vida, veas todo con la claridad de la verdad absoluta, la que le está negada al ser humano banal y falible. Desde lo alto, desde el único lugar donde se puede observar con perspectiva, quizá por fin consigas entender que ser feliz solo ha dependido de ti.

Escucho canciones que me trasladan a una infancia donde fuiste espejo en el que mirarse; el que rompiste en nuestras caras invadido por el virus de la desconfianza hacia los tuyos, los celos enfermizos, la envidia… Resultado de lo injusto y tortuoso que resultó  tu niñez; la ausencia del cariño maternal, el desamparo de una madre que enterró tu autoestima tan profundo, que no ha habido terremoto capaz de devolverte la confianza. Cada vez más encerrado en el agujero negro de tu desazón e incomprensión te precipitaste al abismo de la soledad y el desaliento.

Y todo se volvió oscuro. Las risas, llanto. La familia, un buen recuerdo. Tu vida, un paseo a ninguna parte. Andar en círculo solo desgasta los zapatos.

Metido en tu cueva has conseguido sobrevivir a un futuro que no has visto llegar. Sumido en vagos recuerdos de momentos felices, dejaste marchitar nuevas oportunidades tras sucumbir y rendirte agarrado al clavo de la necedad. Cual espinas lacerantes, errores pasados, algunos tan graves que alimentan tempestades, abrieron heridas que construyeron puentes sin retorno; aquellas que abiertas aún supuran y que cuando no estés no habrán cicatrizado.

Cogeremos el relevo, cada cual el que le toque. Heredaremos lo que en vida dejas. Tiraremos de reservas para posicionar nuestras emociones en un punto medio, aquel que nos permita continuar sin la culpa de tu culpa, sin rencor, sin redención…

Siento que te irás sin haber estado lo suficiente. Sin haber despejado dudas. Sin haber entendido muchas cosas. Pero no puedo evitar las lágrimas. Grandes conversaciones que forjaron cimientos de una filosofía de vida de la que hoy me siento orgulloso, me vienen a la memoria.

Podrías haber disfrutado tanto, querido tanto, amado tanto, que habría llegado solo ese cariño que siempre has demandado. Solo tenías que dar.

Cantaremos a dúo las viejas canciones que siempre han sonado en tu despacho cuando no estés. Desafiaremos a las tormentas; esas que tanto nos gustan. Miraré al cielo en la noche desde las cumbres.  Quizá observando ese universo que tantas horas ocupó en nuestras largas charlas hasta la madrugada, algún día, juntos encontremos respuestas.

“El infierno debe estar vacio, todos los demonios están aquí” 

William Shakespeare

CUANDO LLEGA LA HORA

_Al final, el dinero es lo de menos. Añoras querer y que te quieran_. Eso es lo que desde la experiencia que abona la vejez te dicen aquellos que solos, se enfrentan a un destino bastante predecible cuando la parca llama a la puerta.

Descubren que todo lo atesorado no cabe en el ataud, e inevitablemente dejará de pertenecerte en cuanto tú dejes de existir para el resto del mundo que sigue su curso inexorablemente.

Y se arrepienten solo de lo que no hicieron cuando pudieron; de lo que no han dicho y se queda en un hondo tintero. De oportunidades desaprovechadas, experiencias no vividas; amores desterrados y amigos perdidos.

Del tiempo extinto entre quejidos evitables y cabreos ridículos e inconfesables. De manos tendidas e ignoradas que luego serán anheladas

De ello aprendo e intento interiorizar en mi ya arraigada filosofía de vida.

Sentir de cerca; tocar…

Querer sin filtros; amar…

Experimentar.

SOLO TEMO AL OLVIDO

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Recién caídos los cuarenta y cinco, como siempre en mi cumpleaños, lanzo un vistazo atrás. Es a partir de este día cuando, como hacen millones de personas en fin de año, hago memoria y analizo lo vivido y lo que quiero vivir.

Revuelvo entre los recuerdos de mi mente y recupero grandes momentos experimentados, disfrutados; solo o en compañía.

Me miro al espejo y soy quien siempre quise ser. Pasan los años, pero perduran las energías que me llevan en volandas a seguir en la búsqueda de lo que me inquieta; a mantener el pulso al cuerpo y seguir disfrutando de la escalada y la montaña; a dejarme llevar en esos irrepetibles momentos de conexión entre la mente y las letras; algunos lo llaman inspiración; preciosa palabra que nos ha llegado desde el helenismo y la cultura hebrea y que significa “recibir el aliento”. Me encanta.

Únicamente temo al olvido. Que una vida basada en sentir de cerca, admirar la belleza a pie de valle, río o cañón; esas cientos de horas de amenas conversaciones, sin duda enriquecedoras; todas las cumbres alcanzadas, los sueños cumplidos…Que un día amanezca y una vida entera se desvanezca exiliada en millones de células cerebrales que decidan colgar la toalla y tomarse su merecido descanso.

Si algún día algo así ocurre, quiero que alguien me lea un cuento y me cuente mi vida.

YA NO

Ya no.

Ya no ronroneará de placer sobre mi pecho hasta altas horas de la madrugada.

Ya no se sentará paciente sobre la tapa del bidé cada mañana, mientras me ducho, solo esperando la caricia matutina; sus buenos días.

Ya no pedirá hasta la saciedad que le abramos la ventana para salir al jardín y “croquetear” en sus dominios.

Ya no. Ya no se hartará de paciencia soportando los juegos incansables de su compi Iskandar que tanto lo echa ahora de menos.

Parece difícil de creer, pero nuestro Suri ha dejado un vacío difícil de disimular.

Un compañero de piso fantástico; cariñoso y juguetón hasta sus últimos días. Noble y leal como nunca antes pude ver en un felino. Grande y con un porte distinguido que le regaló la descendencia de su raza: Bosque de Noruega; así como un pelaje que ha todos llamaba la atención.

Nuestro Suri se ha ido con la clase que lo caracterizaba. Casi sin hacer ruido. No queriendo molestar y regalándonos los últimos instantes de su vida. Una vida saludable; hasta que la vejez, ese incuestionable momento que a todo ser vivo le ha de llegar, lo fue apagando hasta que su energía se disipó en la última mañana de septiembre.

Te echaré de menos amigo… pero ya no; ya no te lo podré decir a ti.

Descansa en paz y gracias por todo.

LAS ETAPAS DE LA VIDA

Cristian Galindo es un joven mexicano de veintisiete años que recogí en mi vehículo regresando de La Coruña. Su siguiente destino era León, por lo que compartimos unos doscientos cincuenta kilómetros hasta Astorga. Durante el recorrido disfrutamos de una amena y enriquecedora conversación.

Terminado el Camino de Santiago, el viajero mexicano quería llegar a León, visitar Burgos, Santander y volar a Edimburgo para recorrer Escocia.

Ingeniero industrial, decidió abandonar su puesto de trabajo en Barcelona y experimentar en soledad el viaje que ha de marcar las pautas que definirán su destino. Enseguida conectamos y comprobamos atónitos que no solo éramos tocayos en el nombre, también en obra y pensamiento. Me impresionó su madurez y claridad de conceptos; priorizando con sabiduría sobre lo realmente importante de la vida, dejando atrás con cada paso todo aquello que creía necesitar para vivir. Comprometido con un mundo caótico y con pocas expectativas de futuro, la esperanza de jóvenes como Cristian encienden la llama de la esperanza en mi ya resignada y misántropa teoría sobre la involución del ser humano.

De entre los muchos asuntos que abordamos, me interesó especialmente su teoría sobre las cuatro etapas de la vida.

Según él, la primera comprendería desde el nacimiento hasta los veinte años de edad, donde de la mano de nuestros progenitores hemos de formarnos, terminar unos estudios que nos permitan encarar el mundo desde una mínima base de conocimiento; probar, reír, divertirse, saltar al vacío del entusiasmo y dar rienda suelta a la energía que solo la adolescencia te brinda.

La segunda, desde los veinte a los cuarenta, debe ocuparse en reinventarse; es decir: una vez la base te sostiene, indaga en la búsqueda personal. Descubre qué quieres en realidad; y lo más importante: lo que no quieres. Viaja, sobre todo viaja. Experimenta hasta saciar tus sentidos. Vence tus miedos, prejuicios; conócete a ti mismo y tu potencial y sienta los cimientos de la filosofía que definirá tu existencia.

En la tercera etapa, de los cuarenta a los sesenta, el equilibrio emocional, físico y espiritual que se habrá conseguido de las etapas previas fomentará vivir desde la experiencia, disfrutando de momentos que quieres, donde quieres y cuando quieres; porque sabes lo que necesitas y lo que te hace feliz. Tendrás la estabilidad que te lo permita, y las cosas, nunca más claras. La seguridad de los pasos por  dar y el conocimiento habrán de ser la gasolina que haga rugir a ralentí el motor hasta alcanzar la cuarta etapa, la que comprende de los sesenta a los setenta u ochenta.

La cuarta y última debería respetarse sobremanera. Los años dotan de sabiduría a las personas, pero inexplicablemente no nos interesa; incluso se cae en la ignorancia de subestimar el mundo interior que atesoran y todo aquello que pueden y deberían enseñar, inculcar, aconsejar tras toda una vida que, en muchas ocasiones, nunca creeríamos.

Cuando llegábamos a su destino, ya me veía reflejado en mi tocayo quince años atrás, y él me vio como su yo comenzando la tercera etapa.

Me despedí con un abrazo, convencido de que logrará lo que se proponga, pues ha conseguido atesorar grandes conclusiones y filosofías de vida a través de la enseñanza de sus propias experiencias, creándose preguntas que  responde buscando en lo más profundo de sí mismo siendo aún muy joven.

Mentes inquietas como la suya, quizá consigan salvar a la humanidad de su hasta ahora destructivo destino.

DERECHO A UNA MUERTE DIGNA

Soy consciente de navegar por terrenos pantanosos cuando me pronuncio a favor de la eutanasia, un paso más allá de la sedación extrema o terminal.

Se trata de un tema conflictivo y que dispara alarmas, pues la palabra muerte asusta e incomoda. Durante siglos se ha estigmatizado la muerte; catalogada como oscura, tenebrosa, incluso es tabú hablar de ellas en algunas sociedades.

Durante siglos, las diferentes religiones han conseguido que interioricemos la muerte como algo prohibido y prohibitivo, lejano, intocable e incuestionable; hasta crear verdaderos quebraderos de cabeza y conflictos emocionales en pleno siglo XXI. El imaginar ser partícipe del fallecimiento de una persona que padece una enfermedad incurable nos asoma al abismo del cargo de conciencia, de la doble moral y de lo éticamente correcto.

Pero todos estos peldaños, las trabas que el propio sistema establece son una realidad muy dolorosa e injusta, y así lo expone Luis de Marcos Vera.

He tenido la oportunidad de conversar con él no más de veinte minutos; suficientes para corroborar una vez más la extrema necesidad de cambiar de una vez por todas la ley en este sentido.

Antes de continuar quiero expresar mi respeto y comprensión a todos aquellos que deciden sufrir la enfermedad hasta el final, y, que a diferencia de mi postura, no comparten por motivos religiosos, morales o de conciencia  mis argumentos. No trato de convencer a los que por alguno de estos conceptos decide continuar su sufrimiento hasta el último día, simplemente defiendo la posibilidad de ser libre a la hora de elegir una u otra opción.

A día de hoy, el Testamento Vital ha sido la única forma de evitar seguir siendo mantenido vivo a través de medios artificiales, habiéndolo declarado en plena posesión de las facultades mentales y de acuerdo con miembros de tu familia o amigos que apoyen firmando el documento ante notario; pero a la hora de la verdad, es el médico el que estima cuando se ha llegado a esa situación límite y por tanto, el que decide. Por desgracia suele ser demasiado tarde y el recorrido de la enfermedad ha llegado a su fin.

Para los no creyentes, (agnósticos, ateos, etc.), la pesada carga del pecado no les afecta, y en un estado laico como el nuestro no tiene ningún sentido que ciertos valores religiosos se postulen por encima de los derechos de la persona a decidir sobre su propia vida. ¿Si no somos dueños de nuestra vida, de qué lo somos?

Luis de Marcos Vera es una persona joven, lúcida, inteligente y razonable, pero sufre. Lo hace cada día desde que la esclerosis múltiple se hizo dueña de su cuerpo y lo encerró preso en él. La enfermedad se le diagnosticó diez años atrás y Luis ha vivido muy consciente su enfermedad; luchando por seguir adelante hasta que hace tres años quedó postrado en una cama. Comprueba cada día cómo se deteriora su cuerpo y se escapa a su control. Le cuesta respirar y tiene que parar cada pocos segundos para coger aire cuando intenta conversar y expresar su justificada petición. Por las noches necesita respiración asistida o se asfixiaría. El estremecedor pronóstico revela la pérdida de la palabra, una traqueotomía y poco después la inmovilidad absoluta hasta el momento de su muerte. Soporta dolor todos los días a pesar de los numerosos analgésicos. En definitiva, sufre, y mucho cada día. La muerte no es un acto de cobardía, es el sedante final, una amiga que llegados a este punto libera a la persona de un sufrimiento inhumano; la paz y el descanso merecido.

Ha decidido completamente cuerdo y con argumentos indiscutibles que no quiere continuar con semejante sufrimiento. A través de la página “Change.org” ha capitaneado valientemente una recogida de firmas por la legalización de la eutanasia. Países como Suiza ya la aplican, y personas como Luis pueden abandonar este mundo rodeados de su gente con el cariño y el amor de los suyos. Es hora de abrir la mente y olvidar obsoletos estereotipos y falsas y dolorosas morales que solo conducen a perpetuar el sufrimiento de las verdaderas víctimas de este despropósito, los enfermos terminales. Lamentaba Luis, sabedor de que cualquier propuesta de ley por recogida de firmas necesita un año para su aprobación en el Congreso de los Diputados, no ver en vida la ley aprobada, pero si se mantiene firme es porque un buen legado sería que ningún enfermo terminal que lo desee tuviera que seguir sufriendo un infierno por negativas de quien sentado en su sillón, o tomando una cerveza con los amigos, trata de manera banal un tema que no le afecta de forma personal.

La dignidad de la persona no entiende de razas, religiones ni culturas. Y lo más importante, de ideales políticos ni de intenciones de votos. La decisión ha de ser tan personal como el sufrimiento que padece.

Familiares y amigos de Luis apoyan y colaboran difundiendo numerosas intervenciones suyas en distintos medios de comunicación, cuyos enlaces añado al final de este artículo.  En ellos, el protagonista de la entrada reclama lo que por derecho le pertenece: SU VIDA.

Firma y difunde. Mañana puedes ser tú.

 

https://www.facebook.com/tedoymipalabra/videos/1432621330093486/

 

http://play.cadenaser.com/audio/001RD010000004573348/

http://www.lasexta.com/noticias/sociedad/soy-luis-marcos-reivindico-derecho-poder-morir-dignamente-lucha-enfermo-esclerosis_20170516591aad3f0cf2a1da4834b8b7.html

 

 

FUTURO INCIERTO

Una extraña sensación de precipitación de acontecimientos me martillea cada vez que las noticias, siempre pesimistas, anuncian a diario en Europa el alza de los nacionalismos, cierta debilidad de los países democráticos, graves crisis económicas y, sobre todo, el auge del fascismo. Estas fueron las razones, según un nutrido grupo de historiadores,  que provocaron la Primera Guerra Mundial, siendo la segunda una horrible consecución de lo que quedó sin resolver de la primera. (Perdón por el trabalenguas).

Creo que no aprenderemos. Yo soy de la generación de los afortunados; privilegiados, diría mejor, que hemos nacido y crecido sin sufrir los efectos directos de una guerra y las devastadoras consecuencias de la posguerra. No necesito vivir en mis carnes lo que tan documentado se muestra en todo tipo de formatos y al alcance de cualquiera que quiera ver las atrocidades que el ser humano es capaz de cometer por el poder, o por incomprensibles radicalismos territoriales, socio-políticos y religiosos.

No soy amigo de los típicos tópicos, pero parece que la historia se repite y con la venda en los ojos no queremos ver lo que parece avecinarse sin remedio aparente. Desde Estados Unidos, potencia mundial y garante en la OTAN de la seguridad de los países firmantes, el giro de ciento ochenta grados en política internacional que el energúmeno de Trump ha generado es cuanto menos preocupante. El crecimiento de la ultra derecha en Francia, Austria, Italia y Alemania es alarmante. Todo ello agravado con una crisis de refugiados sin resolver que descubre las vergüenzas de los socios de la Unión Europea, incapaces de dar solución a un drama sin paliativos.

Las diferencias socioculturales de países como Turquía son un escollo para una posible consolidación de una U.E. , que se desquebraja haciendo aguas en asuntos primordiales para la deseada unificación y defensa de los valores comunes. El brexit tampoco ayuda, y pone de manifiesto que cada cual, y perdón por la expresión, se lame su rabo.

Por otro lado, la cruenta guerra a cuenta gotas que los radicales terroristas yihadistas van zurciendo, consigue minar la paciencia y vulnerar la sociedad de bienestar a la que estamos acostumbrados. Como una mosca cojonera, consiguen su propósito desestabilizando la sociedad occidental y su forma de vida. También poco a poco suman adeptos a sus filas provocando una estudiada islamofobia
 con cada objetivo en sus asesinatos y actos terroristas.

Nada anima a pensar que en los años venideros prime la cordura, el entendimiento y la razón. Aunque no debe sorprendernos; nunca ha sido así.

Intentando ser optimista, me quedo sin argumentos para defender otra idea que no sea el inevitable enfrentamiento que habrá de llegar más pronto que tarde.

PLANTAR UN ÁRBOL

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Me gustaría hoy invitaros a un reto. Se trata de PLANTAR UN ÁRBOL. Tarea sencilla donde las haya.

La concienciación se resume a un día en nuestro país: el 21 de marzo. En múltiples lugares se realizan actividades que pretenden dar cabida a una iniciativa más necesaria que festiva, pero insuficientes.

La deforestación es un hecho que nos afecta a todos. Cada año se talan millones de árboles en todo el mundo. En muchos casos, la mayoría por desgracia, se hace sin control ni repoblación. Podemos aportar nuestro grano de arena, pues harto de ver terrenos abandonados, arrasados por el fuego o simplemente descuidados; ya sean municipales, comunitarios, o particulares, el hecho es que podrían convertirse en parajes dotados de arboledas acordes con el clima y altitud de cada región en cuestión. Plantando árboles autóctonos ayudaríamos a mantener un mejor ecosistema, abriríamos la posibilidad de que diferentes animales encontraran hogar, purificarían el entorno, atraerían las lluvias, cada vez más escasas; pues transforman el dióxido de carbono, responsable del efecto invernadero, en biomasa, minimizan los riesgos de inundación, evitan la erosión, y, lo más importante: ¡NO ES CARO! Plantar un árbol es realmente barato. Los hay en viveros desde dos o tres euros. Y, si no, siempre se pueden sembrar desde las propias semillas, esquejes, etc. Segovia no es solo tierra de pinos, robles y encinas. El abedul, el alcornoque, el sauce de montaña… Yo, por dar ideas. El almendro, el cerezo, el manzano, son opciones igual de válidas. El acebo, protegido por su uso indiscriminado en los belenes, es una alternativa muy a tener en cuenta. Podemos enriquecer un paisaje monumental y rodearlo de árboles por doquier, de vida en definitiva. Pero cada uno desde su localidad estoy convencido que encontrará decenas de lugares donde el verde alegraría la vista y mejoraría el entorno de sus pueblos y ciudades.

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Los presupuestos de los ayuntamientos y comunidades autónomas, tan ajustados los últimos años, no verían mermados sus bolsillos porque se dedicara una partida anual a esta tarea. Hablad con vuestros ayuntamientos y que se comprometan a dotar de verde vuestros pueblos y ciudades. En los colegios e institutos, lugares de trabajo, zonas comunitarias…

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Yo planté tres en 2015. Un almendro un manzano y un acebo. Este año, un limonero. Os invito a todos a plantar un árbol y colgar su foto en la red. Pensad por un instante si cada uno de nosotros plantara un árbol; la cantidad espectacular de ellos que podríamos conseguir; sin contar cómo ganaría en presencia visual cualquiera que sea el terreno donde los ubicásemos. Y os convoco a realizarlo sin esperar su día, pues todos los días son buenos para plantar árboles.

Hay parques con un número insignificante de árboles, cunetas y glorietas desoladas; párquines, veredas, caminos, senderos…Cientos de lugares donde plantar árboles y verlos crecer.

Una piqueta o pequeña azada, una regadera y nuestro árbol son todos los utensilios necesarios para llevar a cabo esta magnífica propuesta.

Los niños valorarán la vida, el cuidado del entorno y lo importante que es convivir con la naturaleza; y todos aportaremos una vida vegetal a un mundo que navega irremediablemente hacia la desertización.

Mi limonero.

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REENCONTRARME CON LA POESÍA

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       Me encuentro en un grato momento de libertad literaria. De nuevo me apetece involucrarme en la poesía, la cual di de lado años atrás embriagado por la narrativa contemporánea, los cuentos educativos y un blog con secciones para todos los gustos.

De algún modo las circunstancias me han hecho volver al redil. Intento captar las señales de un universo que me ha demostrado su poder. Y claro, sigo con todo lo que hago, pero me tiro a la piscina de la mejor de las metáforas: la letra que emociona, que recuerda, nos devuelve a la niñez, nos muestra la más cruda nostalgia, nos obliga a llorar lágrimas de dolor y felicidad. Letras que, leídas como merecen, duelen, curan, dan la paz y abrazan los silencios.

Por un lado, el pasado domingo, la casualidad (esa en la que no creo demasiado) quiso que presenciara en la mejor de las compañías y en un local referente para mí en la capital de España, la presentación de una antología poética. Dos días antes mi amiga Raquel Alverola, poeta consolidada, me invitó a participar en un encuentro literario con la poesía como baluarte de la escritura inmortal, la que nunca debió pasar de moda. Asistiré encantado a dejarme envolver por la magia de los versos, de la rima, de una métrica exquisita y trabajada.

   Daré rienda suelta a la inspiración y absoluta libertad a mi pluma.

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Será…

Febrero

Será febrero, el viento que aúlla en oídos temerosos, la noche temprana, la apatía, la desgana en la mañana…

Será casualidad que la muerte se acelera; tan fría y exiliada por todos y ella, sombría, anhelando nuestras vidas. Paradoja inevitable, nacer para perecer. Impactante y descarada vulnera sin piedad nuestra fragilidad ante lo desconocido, lo ajeno; el desafío al latir de un nuevo ser; un acabase de lo vivido, de los recuerdos, de los errores y pecados cometidos.

Será la lluvia que empapa de vejez los años venideros, de insignificante lo adquirido, lo acumulado, lo comprado y desechado, lo sentido…lo amado.

Un día el azar, el destino, demasiadas primaveras; es lo mismo, llegará inesperada, desalmada; quizá piadosa o deseada, pero ha de venir envuelta en dudas, de creencias para los nuevos y eternos devotos, los ateos temerosos, los resignados, los olvidados…

Será la escarcha, la llovizna que no para, la humedad, las flores congeladas.

Será…19082007596