TORO DE LA VEGA, TRADICIÓN O INVOLUCIÓN.

Es asombroso como se util19082007596iza la palabra tradición cuando se trata de justificar lo injustificable.

Para dar sentido a la crueldad contra los animales y, con el único propósito de provocar la diversión de los simpatizantes lugareños, como manda la tradición, se maltrata de manera  pública y notoria a cualquier ser vivo sin pararse a pensar en las sensibilidades de quienes han preferido evolucionar. Tradición no es sinónimo de perpetuidad ni de inexcusable actuación sea cual fuere tal práctica.

Perseguir a un toro hasta darle muerte a lanzadas, no es tradición, es involución. Demostrar nuestra superioridad animal ya no es necesario. Hay maneras más imaginativas sin sufrimiento animal para dar rienda suelta a los excesos de testosterona de hombre. Hoy ya no salimos a cazar para alimentarnos ni usamos lanzas para defendernos de los depredadores que asediaban nuestras poblaciones.

Aluden en su defensa, que la actuación de tan salvaje práctica se debe respetar por la costumbre que se arraiga desde finales del siglo XIV. Sí, en plena Edad Media, donde según los historiadores también era costumbre despeñar a los astados por el acantilado para morir en la aguas del río Vega, como sacrificio por el nacimiento de un nuevo hijo del rey.

Si hablamos de costumbres ancestrales mencionemos las múltiples prácticas de sacrificios humanos del periodo romano, que fueron abolidos por decreto senatorial allá por el año 97 A.C. ¡Pues qué lástima! ¿Cómo pudimos dejar escapar tal costumbre? Y perdón por la ironía.

El plena Edad Media también era costumbre el “Ius primae noctis o derecho a la primera noche, (derecho de pernada). Alguien se imagina al presidente de telefónica disfrutando de la primera noche de cualquier esposa de reciente casación de alguno de sus empleados. Yo lo digo por evitar la pérdida de otra costumbre ancestral.

Asumo el riesgo de parecer demagogo, tan sólo intento despertar conciencias.

Aún quedan en España y algunos países de Europa festejos que incluyen maltrato animal salvaje e injustificado, como el toro júbilo (embolado) o el toro de San Juan, donde los bravos animales sufren quemaduras de consideración, o son sometidos al lanzamiento de cientos de “soplillos”, alfileres tipo dardo  para finalmente darles muerte de un disparo.

En el pueblo de Brodilovo, Bulgaria, existe una fiesta denominada “el giro del perro”; y en Dinamarca, en las zonas costeras de las Islas Feroe, otra denominada “la matanza de delfines”. No daré más datos, pues imagino que se harán una idea de lo bárbaro de estos festejos.

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Sigamos concienciando…

 

www.vientoscardinales.com

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