Los conflictos armados continúan en Ucrania, devastando con proyectiles de todo tipo un pueblo desecho y sumergido en una guerra civil. Mi anonadamiento surge cuando se comunica como logro de una difícil negociación entre Merkel y Hollande, con Kiev y Moscú, un alto el fuego a partir de las cero horas del próximo día quince de Febrero. Hasta entonces pro rusos y pro europeos pueden seguir matándose con la ayuda de las grandes potencias en pro de sus intereses económicos y tácticos.
Investigando sobre las causas de un conflicto que no termino de entender, conozco la reciente y trágica historia política de Ucrania. A comienzos del siglo XIX casi todo su territorio se integró al Imperio Ruso, el resto quedó bajo dominio del Imperio Austrohúngaro. Guerras continuadas sumieron al país en un auténtico caos con varios y desastrosos intentos de independencia, hasta que en 1922 se declara como una de las repúblicas fundadoras de la Unión Soviética. El crecimiento industrial que Stalin llevó a cabo instituyendo el conocido como “programa de colectivización” de la década de los años veinte del siglo pasado, fue el resultado de exprimir a los campesinos hasta llevarlos a un estado de hambruna y miseria insostenibles. Varios millones de fallecimientos fueron el resultado de tal aberración política que, sumado a los asesinados por la represión política estalinista, convirtieron estos crímenes en un auténtico genocidio.
La posterior invasión de Polonia en 1939 o la del ejército alemán en el 1941 ahondaron aún más en una población mermada y hastiada de guerras, hambre y miseria.

Las disputas del poder territorial y la defensa de ideologías tan erráticas como decadentes durante la Segunda Guerra Mundial no nos han enseñado nada. El pueblo, sometido a los designios de unos cafres que no ven más allá de sus ombligos, pero que nos guste o no, deciden quien vive o muere en una guerra decretada o dictaminada en los despachos, sigue padeciendo y sufriendo las penurias de los conflictos políticos y económicos.
A salvo, en hoteles de cinco estrellas, con menús de cinco tenedores, los altos mandatarios debaten y acuerdan en sucesivas reuniones el futuro de los seres humanos que conforman los países en conflicto. Personajes que, sin ningún tipo de escrúpulos, se jactan de conseguir un alto el fuego que seguramente unos y otros se pasaran por el arco del triunfo para dentro de cuatro días.