¿HABLAMOS?

Sentados en la orilla del gran lago que habían decido visitar, Álex y Jara disfrutaban de las vistas.

                               -Cariño. – Jara inició la conversación.

                               -Dime amor.

                               -Llevamos más de diez años juntos y nunca hablamos de nosotros.

                Álex intuyó que la conversación sería relevante, tanto por la pregunta, como por el tono de voz de Jara. Ella permanecía con la mirada pedida en el azul, casi verde del agua.

-A veces pienso que vivimos sumidos en el silencio para no abordar problemas que deberíamos tratar.

                Ahora Álex sintió cierta angustia. Era sin duda una declaración de intenciones.

                               -Me estás asustando. Yo creo… que todo va bien. Tenemos nuestras discusiones… como todas las parejas, pero no son dramáticas. ¿O sí?

                               -¿Recuerdas la última vez que hicimos el amor?- Ahora la pregunta vino acompañada de un rictus de tristeza en el rostro de Jara.

                En esta ocasión, desprevenido, Álex intentó ganar tiempo.

                                 -Yo siempre estoy dispuesto. Ya lo sabes. Eres tú la que desde hace unos años has perdido la pasión.

                Pero  Jara esperaba la respuesta. Conocía muy bien a su pareja y sabía que intentaría dar la vuelta a la conversación; en esta ocasión no pretendía rendirse.

                                    -Y no te has preguntado nunca por qué ha desaparecido mi pasión. Por qué ya no nos besamos a diario, ni vemos una película abrazados en el sofá; o simplemente damos un paseo nocturno por el casco viejo de la ciudad.

                Álex meditó la respuesta antes de contestar precipitadamente.

                                      -Cariño. Yo te quiero como el primer día. He intentado adaptarme a las circunstancias; dejarte espacio donde te veía cómoda y disfrutar de ti, de tu sonrisa, hasta de tus airados despertares. – Se incorporó creyendo que así ayudaría a no extender la conversación por derroteros más peligrosos.-Pero quizá nos hallamos estancado en la comodidad de lo cotidiano, la problemática desidia de la rutina. Es posible que ambos, en mayor o menor medida, seamos culpables por dejadez.

Miró a los ojos a Jara buscando un gesto de aprobación.

                Ahora fue ella la que prefirió repasar mentalmente una respuesta antes de pronunciarse. Detectó en Álex intención clara de armonizar en pos de un final feliz.

                                            -¿Te vas?

                                            -No, ¿por qué?

                                            -Como te has levantado…

                                             -Necesitaba estirar las piernas.

                Álex se posicionó tras ella y se sentó abrazándola por detrás, sabedor del tiempo que hacía que no tenía un gesto de cariño.

                                             -Si algo tengo claro es que te quiero con locura. Es verdad que los problemas económicos unas veces, otras los laborales… y que probablemente no he puesto lo suficiente de mi parte por mostrar lo que siento por ti, hayan provocado tus dudas. Si es así, perdona.

                La besó cariñosamente en el cuello. Ella se estremeció. Buscó su calor juntando la mejilla. El ocaso avanzó en el horizonte reflejando en las aguas un arcoíris de tonalidades anaranjadas.

                                            -Yo también te quiero, amor. Necesitamos hablar más a menudo. Este viaje ha sido buena idea.

                                               -¿Volvemos al hotel? Me estoy quedando frío.

                                               -Sí, vamos.

                                               -¿Qué te parece si nos arreglamos y paseamos por el pueblo? Nos tomamos unos vinos…y nos dejamos llevar.

                                               -¡Genial!

                Ahora, ambos de pie se abrazaron y besaron como años atrás, cuando nada  más importaba.

                                               -Gracias por escucharme cariño. De veras que para mí es muy importante.

                                               -Gracias a ti, Jara. Necesitábamos hablar y tú has sabido dar el paso. Procuraré estar a la altura de lo que esperas de mí.

                Una atrevida Luna llena asomó entre los robles que crecían en la orilla del lago.

                                               -Y si nos quedamos aquí…

 La sonrisa pícara de Álex ruborizó unos instantes a Jara, que miró en derredor, temerosa de miradas indiscretas.

                No hicieron falta más palabras.  El amor se hizo uno en sus cuerpos entrelazados. La Luna alumbró intensamente esa noche, cómplice y sola.        

       

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