Miro a vos y me veo reflejado en sus pupilas. Midriáticas todo lo ven. La complicidad todo lo invade y crece en vos la gratitud. El vínculo crece día a día en un hilo resistente e interminable; pero un hilo al fin.
Como un pez en una botella giro sin salida en su humor acuoso, tan cerca de vos y sin miedo a nada. Es su iris un papiro por descifrar; un enigma al alcance de muy pocos; pues solo vos miráis de frente cuando lo que hay que ver lo merece. Con un pestañeo vos vacías la impertinencia en el ojo ajeno, el impropio, el osado buscador de debilidades en miradas escapistas y desorientadas.
Las insinuaciones de vos, de un cristalino virtuoso e inmaculado, se graban a fuego en mi retina.
Lloro si no veo los ojos de vos; mi morada en noches oscuras, de cegados pensamientos, de fugaces miradas…