No ajena a ruidos casi imperceptibles, encierras tu corazón a prueba de balas selectas. Cremalleras de ceniza se cierran a tu paso. Escuchas más allá. Te aproximas de puntillas entre la bruma y desarmas miradas con certeza, con saber…
Vuelas alto, tan alto, que no te alcanzarán jamás; donde sobra el dinero y su significado. Ruedas tan deprisa, que nadie sigue tu estela. Es en este instante cuando sabes qué haces aquí, la realidad que de verdad importa, al menos la que a ti te importa. Allí donde el cobrizo atardecer capte tu atención, careciendo de interés el resto. Donde la brisa del mar más lejano desentierre tus viejos sueños y los haga realidad.
Que susurren las hadas de los mil canales de Venecia a tus oídos y liberen por siempre tu conciencia.
Feliz aquí, allí, en la distancia, en equilibrio contigo misma.
Eso os deseo a vos.