La pobreza desborda ríos de lágrimas vertidas a diario en cualquier punto del planeta. Bolsillos vacios de más provocan tsunamis de miseria en situaciones límite. Aguas turbias que debieran fluir claras y en hermandad. Familias al borde del acantilado, compañeros, amigos; todos sumisos y rindiendo pleitesía ante el puñetero y conocido mandamás que todo lo puede y que tanto se anhela.
Cuestión de valores, prioridades funestas gobiernan los bajos fondos de los poderosos. El resto, millones de personas, mendigan en la creencia de una calidad de vida consentida y manipulada por los mismos, los de siempre.

Las hay; buenas causas, pero con pesados candados de pobreza que anclan ideas en el fondo de utópicos corazones. Miles de buenas razones para invertir y, sin embargo, los que pueden, pues rebosan poder inherente a su caja de caudales, lo dilapidan en turbios negocios con un único propósito: más dinero, más poder, menos moral, menos ganas ni siquiera de pensar en los demás.

No comprendo la ambición desmedida. Fijar tu meta en la riqueza a costa de triviales comportamientos, tan ruines y mezquinos, como sus vidas; de patética apariencia y desamor disfrazado de lo políticamente correcto. Crímenes continuados contra la humanidad pasan desapercibidos por los poderes establecidos en los países más evolucionados; en el resto…

Es tal la competitividad inoculada con la jeringuilla de la errónea educación, que adherida a nuestro ADN nos enfrenta de por vida, y no la comprendemos sin intentar ser mejor, más rico, más guapo y sobre todo más poderoso que el de al lado; y así, entretenidos, no vemos más allá por falta de tiempo o por necesidad de ignorar, mirar y no ver a cambio de un minuto de felicidad.

Desarrollar talentos innatos, cooperación en la búsqueda de la perfecta armonía. Ir de la mano por un fin común y para todos. Cultivar el conocimiento, el arte, pues en él se encuentra la respuesta a nuestras necesidades. No se trata de que miles pongan huevos y cuatro se los coman, sino de que cada cual posea su gallina y comparta los huevos.

Sigamos concienciando.