¿APRENDEREMOS?

Mientras, la primavera florece pese a todo. Avanza curiosa y absorta por la ausencia de los ruidosos y entrometidos humanos.

Algunos animales, desaparecidos, escondidos en lo profundo de los bosques, asoman el hocico ante la paz que el virus ha provocado en su mundo; ese mundo del que hace miles de años nos adueñamos sin contemplaciones.

Y ahora un microscópico y poderoso virus ha conseguido confinarnos en nuestras casas por un tiempo aún por determinar.

Pero fuera, en la calle, más allá de la ventana, la vida no se detiene. Florecen las praderas; los árboles se cargan de frondosas hojas verdes; el viento sopla y las tormentas características de la estación descargan donde les complace. Los caminos de montaña se cubren de vegetación; las sendas desaparecen, y, en tan solo un mes, la naturaleza se recicla a un ritmo vertiginoso. Mejora la calidad del aire; desciende la contaminación acústica a cifras de hace décadas. Delfines, ballenas y miles de peces de distintas especies regresan a playas y puertos, donde la ausencia de actividad mantiene las aguas limpias y  claras.

El precio, muy caro. La pérdida de miles de vidas asola a la humanidad. De manera global, cual se pudo expandir el libre mercado, se extiende la pandemia sin entretenerse ni dudar entre ricos y pobres, caucásicos, africanos, asiáticos o australianos. Todos y cada uno de ellos expuestos a la misma enfermedad y trabajando duramente por conseguir la vacuna.

En la cara oculta del onanismo mental del ser humano, los hay que consiguen sacar beneficio del caos, enriqueciéndose a costa de las desgracias ajenas. Unos, económicamente, multiplicando exponencialmente el precio de los productos imprescindibles y demandados por todos los países afectados, cada vez más. Luego, los que a río revuelto engendran mezquinos planes de actuación de cara a las próximas elecciones. Se difunden todo tipo de bulos, salen a la luz las miserias de unos y otros; los radicalismos se ratifican en su obsesiva irracionalidad, por encima incluso de la propia vida de sus semejantes.

La solidaridad se refleja únicamente en los que al pie del cañón necesitan imperiosamente que la pandemia sea controlada por el bien de su familia, negocio y forma de vida. Los empleados públicos, ninguneados en los últimos años; cuestionados, ofendidos, e incluso en muchos sectores demonizados y exterminados, muestran su rostro y dan la cara a pesar de los pesares. Niegan el inmerecido título de héroes; solicitando comprensión, medios, reconocimiento y seguridad.

Dicen que habrá un antes y un después, que daremos verdadera importancia a lo que realmente lo tiene; que seremos mejores personas y valoraremos el trabajo del prójimo.

Pero por la misantropía que me convierte en incrédulo, creo que cuando todo pase, volverán las ambiciones, vilezas y descarnadas políticas de los poderosos. Saldemos de nuevo a la calle sin respetar nada ni a nadie. Estoy convencido de que no aprenderemos la lección; y una nueva y nunca antes vista guerra por consolidar el poder económico del planeta, se vislumbrará para vergüenza de la humanidad y desgracia del resto de seres vivos del planeta.

Hemos visto como los acuerdos y tratados europeos no han impedido que cada cual se lamiera su rabo, y perdón por la expresión, pero es la cruda realidad. La prepotencia de líderes mundiales; dígase Donald Trump o Boris Johnson, han costado la vida, seguramente, a miles de personas. En nuestro propio país se subestimó el poder de la enfermedad e ignoraron las advertencias de países como China. Se actuó tarde y la sensación de chapucera improvisación se respira en el ambiente por la falta de medios y seguridad. Ello ha costado vidas, muchas…Nadie pagará por ello. Ya lo veréis. Y no es ninguna proclama política. Todos los gobiernos de unas y otras ideologías han cometidos graves errores que nunca fueron juzgados.  

Mientras los intereses económicos y políticos sigan por delante de los valores en los que se ratifica el sentido de la palabra “humanidad” , estaremos condenados. Sea pues.

Otro día ahondaremos en las distintas y variopintas teorías de la creación y propagación del COVID-19. No me creo ninguna, pero tampoco las descarto todas.

2 comentarios sobre “¿APRENDEREMOS?”

  1. Esplendido, una vez más captas el sentir de muchos.
    Ni todos aprenderemos, ni a todos nos resultará fácil olvidar esta cruda experiencia de vida. Quizá los buenos sean algo mejores y los malos, aun más malos. Quizás, sólo quizás.
    Pero eso sí, la naturaleza seguirá brillando, seguirá viva pese a nuestro mal hacer.

    Un abrazo
    Cuidate mucho

    1. Gracias amiga Raquel.
      Por desgracia es un sentimiento mutuo y pensamiento común.
      Ojalá todo fueran diferente.

      Un besote amiga.

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