Desde el año 1998 Leonardo DiCaprio ha trabajado incansablemente para su fundación FLD http://leonardodicaprio.org/es/ Está dedicada a la salud y bienestar a largo plazo de todos los habitantes de la Tierra. Por medio de asociación con colaboradores, apoyan proyectos innovadores que protegen de la extinción a la fauna vulnerable mientras se restablece el equilibrio de ecosistemas y comunidades amenazadas. La FLD trabaja en cuatro áreas clave: especies, océanos, áreas silvestres y cambio climático. Tanto es su preocupación por la salud del planeta que fue nombrado Mensajero de la Paz por la ONU en el año 2014, asistiendo y presionando en conferencias con severas afirmaciones de hechos contrastados en diversas cumbres internacionales sobre el clima.

Consciente de lo que se nos avecina, Leonardo DiCaprio vuelve a mostrar su compromiso con el medio ambiente y el cambio climático con el segundo documental al efecto. En el año 2007, valientemente, sorprendió con su primer trabajo: La Hora 11. https://vimeo.com/19180002

Con decenas de empresas de explotación de combustibles fósiles dispuestas a desacreditar cualquier teoría a base de talonario, por científica que pueda ser, da un paso adelante e ignorando las críticas, e incluso ofensas a su persona, presenta un trabajo que ha de despertar conciencias, o al menos, así lo espero.

En Estados Unidos, los ingresos que reciben de estas multinacionales un gran número de congresistas, frena cualquier atisbo por invertir en nuevas y alternativas fuentes de energía. Millonarias campañas diseñadas para confundir a la población han logrado su objetivo durante décadas, pero la población mundial empieza a sentir en sus carnes un hecho incuestionable.

Es dramático comprobar que ya no hay marcha atrás; tan solo podemos minimizar los daños si toda la humanidad se muestra proclive a colaborar. Durante décadas el cambio climático ha sido pronosticado por los mejores científicos del planeta. Ellos nos avisaron de lo que ya está aquí. Una destrucción sin precedentes del planeta tal y como lo conocemos. Los polos se derriten; el nivel del mar aumenta imparable cada año. En el archipiélago de Las Salomón, en el océano Pacífico, cinco islas ya son historia y otras cuatro han debido ser abandonadas por ser ya imposible sobrevivir en ellas; sin contar centenares de inundaciones que ya producen serios daños en las costas de países de todo el mundo, con un coste multimillonario. La variación del clima ya está obligando a emigrar a miles de personas de Oriente Próximo por sequías infinitas y escasez de agua, y es solo el comienzo de lo que ha de venir.

Indonesia es uno de los países con mayor corrupción del mundo. Tácitamente se ha vendido a las multinacionales. Sus altos mandatarios se llenas los bolsillos abrasando una de las últimas selvas vírgenes del mundo,  donde se plantan después inmensos cultivos de la destructiva palma, de la cual se extrae el aceite vegetal más barato del mundo y responsable de la mayor deforestación de la historia de la humanidad.

No hartos de contaminar con dióxido de carbono la atmósfera en nuestro propio perjuicio, arrasamos con los medios naturales que equilibran la temperatura mundial y sanean el aire que respiramos. La tala indiscriminada, la destrucción de los arrecifes de coral, (el 50% en los últimos treinta años), básicamente por el aumento de la temperatura del mar que nosotros provocamos. Ello desencadena en lluvias torrenciales, huracanes, inundaciones…

Y así un sin fin de ejemplos claros e indiscutibles de una realidad que se precipita sobre nosotros y que destruirá nuestro estilo de vida. Por supuesto, nos llevaremos por delante una gran parte de la flora y fauna existente.

Podréis documentaros a través del último trabajo de DiCaprio, “Antes de la Inundación”. https://www.youtube.com/watch?v=pl2DIW3MBFQ

Seguramente muchos de los que leáis esta entrada sentiréis la necesidad de hacer algo más que lamentaros por lo que otros hacen.

Lo más sencillo es mirar para otro lado y justificar nuestra indiferencia culpando de todos los males que nos asolan a grandes compañías petrolíferas y multinacionales de todo tipo que buscan únicamente enriquecerse, o a los políticos que gobiernan y no se deciden a actuar; pero sí podemos hacer algo: presionar para que las cosas cambien. En Dinamarca, fue tal la presión social, que ha sido nombrada recientemente el primer país del mundo libre de hidrocarburos. Podemos influir en las políticas medioambientales con nuestros votos, protestas masivas, y, sobre todo, con lo que consumimos. No adquirir productos con aceite de palma, luchar por la subvención de vehículos eléctricos no contaminantes; demandar energías alternativas, reciclar… En definitiva, reeducar nuestras conciencias mostrando sin prejuicios al mundo nuestro cabreo y preocupación por lo que se avecina. Pensad que las siguientes generaciones están destinadas a sufrir nuestra parsimonia e inmovilismo.