Me congratula tener constancia de que existen personas comprometidas; dispuestas a sacrificar su tiempo y su enclenque economía por ayudar en la medida de lo posible y con los escasos medios a su alcance a los animales que son abandonados en los pueblos, ciudades o carreteras de nuestro país.
Remueven Roma con Santiago para constituirse como asociaciones sin ánimo de lucro; buscan patrocinadores que sustenten los pilares básicos del cuidado animal: comida, asistencia veterinaria y alojamiento. Gracias a la colaboración de decenas de simpatizantes que ofrecen sus casas como lugar de acogida, muchos de estos animales esperan bajo techo ser adoptados.
Hasta hace unos años los perros y los gatos eran los tristes protagonistas de estos episodios de insensibilidad y desprecio por la vida animal; ahora, con la crisis como excusa, caballos, burros y animales exóticos se abandonan a su suerte. Como casi todo se trata de educación, de nuevo la madre de todos los males. Cuando un niño de corta edad ve como se maltrata a cualquier animal, asimila e interioriza que es lo correcto, nunca se parará a pensar si el animal sufre daño físico, traumas o miedos que condicionen su lamentable y precaria vida.
No me considero un defensor radical, solo una persona con sentido común y sentimientos, y no puedo esconder mi repulsa y tristeza cuando presencio o me entero de verdaderas atrocidades consumadas por el hombre, ese puñetero ser que no termino de comprender. No hace mucho me mojé en un artículo que publiqué en un periódico de mi localidad sobre “el toro de la Vega”. Al documentarme, accedí a información repugnante sobre costumbres y festejos cuya base es el maltrato sistemático de perros, gatos, delfines, toros y un largo etc. por toda Europa. Y presumimos de ser civilizados…
Aunque ciertos estamentos públicos participan con ayudas económicas o facilitan lugares de acogimiento, como las perreras, las políticas actuales continúan procediendo a sacrificar a los animales que no son reclamados por nadie en un corto periodo de tiempo. Las Protectoras de animales, refugios y asociaciones, subvencionadas o no, saturadas, se ven obligadas a denegar el auxilio cuando desbordadas no dan abasto, principalmente en periodos vacacionales.
Asumo que dadas las precarias circunstancias económicas que acontecen, muchas familias desfavorecidas necesitan graves e inmediatas medidas de ayuda en estos difíciles momentos. Obviamente hemos de priorizar; pero la educación en casa no cuesta dinero. Enseñar a los más pequeños (y no tan pequeños), a respetar los derechos de los animales y a no maltratar ni usar como juguetes a los animales de compañía, es cosa de todos.
Mi enhorabuena a la “ASOCIACIÓN PROYECTO DYLAN ÁNGELES DE CUATRO PATAS”.
https://www.facebook.com/ProyectoDylanSegovia.
Os deseo mucha suerte en vuestra incipiente andadura.