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SANGUIJUELA EMOCIONAL

_ ¡Sanguijuela emocional! ¡Eso es lo que eres! ¡Me repugna tu presencia!

Tras escuchar esto, Imanol contuvo el aliento. Desmoronado intentaba dilucidar qué había ocurrido para que lo que había comenzado como un fin de semana prometedor, terminase de tal modo. Con la mirada, suplicó clemencia sin saber por qué, ni qué podía provocar un odio tan enquistado y dañino en el amor de su vida; pero ella contuvo la mirada. Inyectados en sangre, sus ojos no pestañeaban y no tardó en escupir su ira.

                               _Ya tienes lo que querías. Ahora podrás tirarte a todas esas amigas que dices tener. No te quiero volver a ver.

                               _No entiendo…

                               _ ¡Vete a la mierda cretino!_ interrumpió en un grito._ ¡Vete de mi casa!

                               _Por favor. Podemos hablar sin gritar. Tranquilízate y dime qué es lo que ocurre. No entiendo nada._ Desesperado Imanol intentaba que Sofía entrase en razón. Que se explicase sin insultos.

                               _ ¡Esto es lo que pasa!_ Y le tiró su móvil desde el otro lado del salón.

                               _ ¿Has mirado mi teléfono? ¿Es eso?

                Lo había hecho mientras Imanol se duchaba.

                Imanol consultó el móvil y encontró la respuesta que anhelaba. Enseguida comenzó a reír a carcajadas.  Sofía presa de la ansiedad comenzó a lanzar todo lo que encontraba a su alcance. Cojines, un cenicero, el pienso del gato…

                               _Te está bien empleado. Por desconfiada. ¿Qué te hace creer que puedes consultar mi teléfono? Has invadido mi privacidad. El espacio que solo a mí me corresponde.

                               _ ¿Quién es esa Adriana?_ Las dudas comenzaban a inquietar a Sofía, que temía haber metido la pata.

                                _No debería decírtelo_ interpeló ahora más tranquilo Imanol, mientras se secaba el pelo.

                Sofía frunció el ceño. Pero la pasividad de Imanol la desconcertaba. Lo había leído diez veces antes de enfurecer y descubrir que había sido traicionada por su novio. Más calmada preguntó deseosa por obtener respuestas.

                               _ ¿Quién es Adriana? ¿De qué te ríes? ¿Te parece gracioso?

                Pero Imanol se hacía de rogar.

                               _ ¿Cómo me has llamado? ¡Ah sí! Sanguijuela emocional. No debería responder. No te lo mereces. Tus celos son enfermizos y tu actitud la de una adolescente.

                Sin saber qué decir, Sofía se sentó en el sofá esperando que Imanol de una vez por todas despejara sus dudas. Este se lo tomó con calma. Se despojó de la toalla que cubría su musculado cuerpo y se aproximó a Sofía.

                               _Adriana es mi ahijada_ Sofía enrojeció._ La estoy ayudando con un trabajo del instituto. La ayudo a corregir versos de una poesía que tiene que entregar antes del lunes.

                               _No me habías dicho que tuvieras una ahijada._ Sonó a disculpa.

                               _Llevamos dos meses juntos. Casi no sabemos nada el uno del otro. Pero si  cotilleas mi teléfono a la menor ocasión, ¿qué puedo esperar de ti de ahora en adelante?

                Sofía se derrumbó.

                               _Perdona_ dijo al fin. Me he precipitado. Lo siento.

                Se incorporó del sofá y abrazó a Imanol. Comenzó a besarlo hasta que este se excitó. Sofía se desnudo rápidamente y sobre el sofá dieron rienda suelta a su amor descargando adrenalina acumulada por la tensión previa. Ella quedó profundamente dormida.

                Imanol aprovechó para enviar un mensaje a Adriana.

                             » _No vuelvas a mandarme esos mensajes al móvil. Mañana te llamo y te explico. Estoy deseando volverte a ver. Me vuelves loco.-«


EN LA FLOR DE LA VIDA

Se protege de miradas que la inquietan levantando las solapas de la gabardina. Esconde su delicada sonrisa y algo más entre los pliegues del cuello de su jersey. Entre pasos alocados en un ir y venir incesante, se pierde dejándose mecer por la corriente humana que la rodea. Libre y tan insignificante entre la multitud, disfruta por primera vez en muchas semanas de la indiferencia. Seguir leyendo EN LA FLOR DE LA VIDA

Su Mirada, siempre esa mirada.

Fue por casualidad, o quizá no; el caso es que lo miró apenas unos instantes y quedó herido para siempre por su enigmática mirada.

Comprendió que no es sencillo negarse a la evidencia. La atracción se precipitó tras compartir tan solo unas horas. Su mirada, siempre esa mirada…

Cada vez que la observaba  podía  navegar sobre un océano de emociones, de verdades por contar, de un incipiente amor sin cita previa que los envolvía en una fantástica burbuja donde nada más importaba. Fluía un río de sinceras confesiones, intimidades que nunca creyeron desvelar los unió encadenando sus vidas irremediablemente.

Otro día.

La razón quiso imponerse al corazón. Convencidos de sus sentimientos apelaron a la cordura de lo políticamente correcto, de la fidelidad al compromiso; a no vulnerar unos principios enraizados en ambas conciencias. Pero se rozaron… Él percibió su perfume, ella tembló al sentirlo cerca. Ella lo miró. Su mirada, siempre esa mirada…

Se fundieron en deseos de vidas compartidas, de viajes de ensueño. Perdidos entre auroras boreales soñaban juntos, inseguros, ansiosos por  besarse y preocupados por hacerlo. Un abrazo llevo a otro, una sonrisa a la euforia, una declaración a la pérdida de control y por una noche al olvido.

Mariposas que en letargo hibernaban volvieron a revolotear en sus estómagos. Miradas inquietas que todo lo desvelaban, a duelo se enfrentaban con sus cargos de conciencia, con su regreso a casa, con sus vidas más allá de lo irreal del momento.

La pasión alcanzó el clímax a media noche. Piel con piel intentaron un abrazo de contacto. Dormir sintiéndose cerca. No habría más noches, más dulces olores, más abrazos en rincones bajo una luna cómplice de sus amatorias fechorías. Un final deseado por ambos, adrenalina indomable en el anhelo hecho carne e incompatible con la consecuencia. Con el placer absoluto tan cerca, pero tan prohibido, ella escapó al deseo, él no quiso insistir. Antes de despedirse, ella posó una vez más sus indescriptibles ojos sobre él, cual ocaso inacabado, luego, suspiró.

Cada noche antes de dormir su recuerdo los mecía; las ganas de volverse a ver, de sentirse cerca, de seguir soñando, de viajar en volandas por el mundo, de la mano, en una vida perfecta por vivir, tan posible como inalcanzable. Tan real como utópica.

Su mirada, siempre esa mirada…