Recién caídos los cuarenta y cinco, como siempre en mi cumpleaños, lanzo un vistazo atrás. Es a partir de este día cuando, como hacen millones de personas en fin de año, hago memoria y analizo lo vivido y lo que quiero vivir.
Revuelvo entre los recuerdos de mi mente y recupero grandes momentos experimentados, disfrutados; solo o en compañía.
Me miro al espejo y soy quien siempre quise ser. Pasan los años, pero perduran las energías que me llevan en volandas a seguir en la búsqueda de lo que me inquieta; a mantener el pulso al cuerpo y seguir disfrutando de la escalada y la montaña; a dejarme llevar en esos irrepetibles momentos de conexión entre la mente y las letras; algunos lo llaman inspiración; preciosa palabra que nos ha llegado desde el helenismo y la cultura hebrea y que significa “recibir el aliento”. Me encanta.
Únicamente temo al olvido. Que una vida basada en sentir de cerca, admirar la belleza a pie de valle, río o cañón; esas cientos de horas de amenas conversaciones, sin duda enriquecedoras; todas las cumbres alcanzadas, los sueños cumplidos…Que un día amanezca y una vida entera se desvanezca exiliada en millones de células cerebrales que decidan colgar la toalla y tomarse su merecido descanso.
Si algún día algo así ocurre, quiero que alguien me lea un cuento y me cuente mi vida.
Me has “pillao” sensiblona y unas lagrimillas se han escapado
Es que eres genial “che”
Serán nostálgicas y a rebosar de meritorios recuerdos.