Será febrero, el viento que aúlla en oídos temerosos, la noche temprana, la apatía, la desgana en la mañana…
Será casualidad que la muerte se acelera; tan fría y exiliada por todos y ella, sombría, anhelando nuestras vidas. Paradoja inevitable, nacer para perecer. Impactante y descarada vulnera sin piedad nuestra fragilidad ante lo desconocido, lo ajeno; el desafío al latir de un nuevo ser; un acabase de lo vivido, de los recuerdos, de los errores y pecados cometidos.
Será la lluvia que empapa de vejez los años venideros, de insignificante lo adquirido, lo acumulado, lo comprado y desechado, lo sentido…lo amado.
Un día el azar, el destino, demasiadas primaveras; es lo mismo, llegará inesperada, desalmada; quizá piadosa o deseada, pero ha de venir envuelta en dudas, de creencias para los nuevos y eternos devotos, los ateos temerosos, los resignados, los olvidados…
Será la escarcha, la llovizna que no para, la humedad, las flores congeladas.