NI CALIENTE, NI TEMPLADA, NI FRÍA: NORMAL

…Y lo dijo con total naturalidad. Esta fue la «peculiar» respuesta de un cliente que, a mi vera, pidió un café con leche en una apacible cafetería de un pueblo medieval al norte de Madrid. La camarera educada y amable, osó preguntar por la temperatura de tan rico elemento que la buena vaca nos proporciona. Claro, su cara un poema. Yo dediqué dos años de mi vida a servir detrás de una barra; puedo prometer que nunca tuve contestación parecida. No será que desde el otro lado, el ego crece, creyéndonos que por pagar tenemos derecho a decir y pedir lo que nos plazca. Yo no pude por más que echarme a reír. La camarera apuesto que también lo hizo, aunque escondiera su cara contra la cafetera calentando la leche a su libre albedrío.

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