MUSEO PALEONTOLÓGICO DE GALVE. VEINTITRÉS AÑOS DE INASUMIBLE ESPERA

Descubrir Galve en lo más remoto de los campos de Teruel me dejó atónito. Dentro del espacio conocido como “Territorio Dinópolis”, que comprende ocho delegaciones repartidas por la provincia, la principal en Teruel capital; con atracciones, talleres y ocio a raudales para niños y mayores, me decidí por Galve por la posibilidad de acceder al único museo que alberga los fósiles de los huesos originales de estos formidables animales, pobladores de nuestro país hace ciento cincuenta millones de años.

Jose María Herrero
D. José María Herrero Marzo dedicó su vida a desenterrar, clasificar, estudiar y dar a conocer su descubrimiento teniendo que soportar la incomprensión e incredulidad de sus vecinos y familiares en su alocada pasión por los fósiles que desde muy joven comenzó a coleccionar.

Fue un auténtico pionero de la paleontología en España. Gracias a su profesor Luis Jarque Cervera, el cual enseñó a sus alumnos (allá por los años treinta del siglo pasado) los habitantes que antaño poblaron nuestro país, el adolescente José María creyó haber encontrado los restos de aquellos seres tan extraños que su maestro les había confiado. Contra viento y marea no cedió ante nada ni nadie y, fiel a su instinto, consiguió que el profesor Fernández Galiano diera a conocer tales fósiles al Museo Arqueológico de Teruel.

El desconocimiento sobre la materia en cuestión en España, solo atrajo la atención de catedráticos de paleontología franceses y alemanes. A pesar de lo magnífico de lo hallado en Galve, por ser restos de dinosaurios únicos en el mundo, apenas se conocían fuera de círculos muy restringidos de profesionales muy especializados.
Hoy en día los restos encontrados por el autodidacta y entusiasta D. José María Herrero han hecho de Teruel referencia mundial en el asombroso mundo de los dinosaurios, activando el turismo regional de una comarca poco agradecida.

MuseoMe parece incomprensible que el único museo paleontológico de referencia nacional y de interés mundial que alberga la colección inédita y formidable de D. José María Herrero, precursor y a quién se debe la justa fama del bajo Aragón en cuanto a dinosaurios se refiere, mantenga su ubicación en los bajos de un viejo edificio, mal acondicionado, con espacio reducido y mal señalizado.

Supuestamente se instaló así de manera provisional en 1993, con la promesa de ocupar el puesto que merece en una supuesta remodelación de la antigua casa del cura, con varias plantas en un edificio moderno acorde con el contenido. Han pasado veintitrés años de aquello y, desde el museo, resignados a ocupar un segundo plano a la sombra de la costosa e impresionante construcción de lo denominado como Territorio Dinópolis, me explicaron que, al parecer, en su momento no se pudieron invertir treinta millones de las antiguas pesetas para realizar las obras oportunas y, sin embargo, en el año 2001 se inauguró Dinópolis con un coste de millones de euros.

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No me parece mal que se invierta en un proyecto de ocio y turismo cultural que ayude económica y turísticamente a Teruel y su entorno; es más, lo alabo; lo que no es de recibo es que el museo original, dedicado al hombre que abrió la senda y ha permitido que todo esto suceda, quede relegado a ocupar un mísero espacio en la planta baja de un rancio edificio que más bien parece albergar un almacén de grano o un par de tractores cuando atraviesas su envejecida puerta de madera.

Sigamos concienciando. 19082007596

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