MIEDO, MUERTE Y DESTRUCCIÓN

Es cierto que cuando de cerca nos aflige y emociona una barbarie como los atentados de París, recapacitamos; nos acordamos de los caídos en España años atrás y el miedo coge fuerza apoderándose de todos nosotros.

Hoy, mientras entrenaba, sentí la necesidad de las personas por ser escuchadas a través de los medios de comunicación en las intervenciones al respecto en la emisora de radio que sintonizaba. La gente se debatía entre la triste impotencia que los aborda ante lo que ha sucedido en París y el desorden mundial que nos acecha y que, aunque ignoramos a diario en la búsqueda de nuestra felicidad, no podemos evitar por lo cercano y acelerado de los acontecimientos a escala mundial.

Difícil no posicionarse y mantener la cordura ante la adversidad y el horror. Se trata ya de defender una forma de vida, la occidental; donde la democracia, la tolerancia y la libertad abanderan los países de occidente en la idea de que solo así se garantizan los derechos y libertades entre los pueblos. En el resto del mundo imperan otras formas de vida. Muchos de esos pueblos han tratado de modificar (con resultados varios en su trágica cruzada) con masivas manifestaciones y actos de rebeldía sus gobiernos autoritarios en la búsqueda de la democracia que, por supuesto, no están dispuestos a tolerar los arcaicos y bien posicionados líderes de los feudos más radicales de esta compleja maraña de fundamentalistas. Cuando el pueblo se subleva y occidente se implica, el odio está garantizado. Si además se usa la fe de las personas para manipular sus conciencias a través de la religión, tan vinculante en la vida de los que procesas religiones como la musulmana, la tragedia está servida. Si estos asesinos consiguen su propósito y captan adeptos a su causa capaces de inmolarse ante la promesa de una vida de honor y felicidad absoluta después de la muerte, para el resto de la humanidad inconcebible, ¿qué se puede hacer? ¿Cómo sentarse a negociar? Difícil posición por otra parte la del resto de millones de musulmanes que, devotos, no admiten que en su nombre y en el de su Dios se cometan asesinatos, ni cualquier muestra de violencia o intolerancia con otras culturas o religiones. Actos como éste, el miedo a lo desconocido y la ignorancia complicarán seriamente el entendimiento y el respeto por las personas musulmanas que nada tienen que ver con posiciones radicales, violentas y convulsas, fomentando la “islamofobia” y los prejuicios étnicos y religiosos.

Los terroristas de la DAESH justifican lo injustificable sucedido en París por los muertos caídos en su territorio ante la intervención, entre otros, de Francia en los bombardeos contra su pueblo en Siria; ahora, el presidente Hollande responde con contundencia con más bombardeos sobre posiciones logísticas de estos grupos radicales islamistas y una severa modificación de su política, con cierre de fronteras, declarando a sus país en guerra y solicitando un inmediato cambio de la constitución con clara intención de restringir libertades y proteger al pueblo francés de nuevos asesinatos con las medidas que sean necesarias contra el terrorismo. Me temo que se dilatará la contienda en un horroroso _a ver quién puede más_ El odio solo conllevará más odio, violencia y muerte. No se nos olvide que hay otros seis países al menos en conflictos de estas características.

isla

Creo que tristemente seremos testigos de dolorosos estragos a nivel mundial formulados por el ser humano en su ya inevitable camino a la autodestrucción.

Desde las altas esferas de las grandes potencias mundiales, los intereses económicos, o políticos, que a fin de cuentas son lo mismo, deciden por el resto de la humanidad sobre nuestro destino. Me harto de escuchar en un clamor popular la repudia a la violencia en pos de la unión entre los pueblos, la comprensión, el amor… La verdad, la realidad del día a día nos desborda y se nos va de las manos. Morirán miles de personas sin saber ni ser responsables de lo que fuera de su alcance acontece. 129 en París, 191 en España el 11 de marzo de 2004, 2900 en Nueva York en septiembre de 2001 y miles de muertos en incontables atentados, bombardeos, estúpidas guerras y repugnantes conflictos religiosos en numerosos países del todo el mundo, muchos de ellos en oriente, muy lejos de nuestros oídos y donde nuestros ojos no parecen ver.

Eclipsados por la angustia y la consternación de ver cómo nos destrozamos unos a otros, se nos olvida que mientras el planeta se va al carajo, y que dentro de poco, al ritmo que vamos, no habrá tierra por la que pelearnos.19082007596

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