La política española pasa por uno de los momentos más vergonzosos que yo haya contemplado desde que tengo uso de razón.
De verdad que es tal el hartazgo ante la tomadura de pelo de todos los partidos que se rifan el gobierno con la desnutrida voluntad de nuestros votos, que quizá vuelva a arrepentirme de haber votado; aunque en mi caso haya sido a un partido minoritario que carece de representación. De ello me alegro; así no puedo sentirme culpable de esperpéntico espectáculo que está dando la erróneamente denominada clase política española. Por ello me creo en la objetividad de tratar de hacer crítica (imposible que sea constructiva) de la pantomima que vemos a diario en los medios de comunicación.
Si ya hace tiempo vengo criticando abiertamente el sistema electoral de nuestro país, ahora clama al cielo el cúmulo de despropósitos de varios partidos políticos regalando y donando diputados que han sido elegidos por el pueblo o posibilitando acuerdos ideológicos incompatibles. Señores, si se ha votado un partido, se ha votado su programa electoral, sus ideales; se han creído las promesas inamovibles de las campañas electorales, de no pactos, de líneas rojas, de cambio relevantes en la sociedad; ya sean de ámbito constitucional, laboral, social o económico.
Y es que hay para todos. Derecha o izquierda venden nuestras voluntades al acecho del trono que les brinde pasar a la historia como un presidente de gobierno de España. España he escrito. Ya no sé muy bien que es exactamente nuestro país. Si un cúmulo de naciones sin estado, como he leído hoy; un futuro estado federal multiplural, un solo país con sus distintas comunidades autonómicas, las cuales ya habrían de representar la idiosincrasia de las diferentes poblaciones…¡Vamos! Que no entiendo nada.
Mientras, nos bombardean con información variopinta cada día más desconcertante.
Por un lado al Partido Popular se le imputa al completo de corrupción y en Valencia caen mangantes como chinches. Por si tenían poco que barrer, ahora toca fregar. Ese ha sido el mayor fracaso del PP, no haber sido capaz de controlar el incesante chorreo de corruptos. ¿De qué sirve solventar (aunque de aquella manera) la crisis que asola a la sociedad española, si no son capaces de acabar de una vez por todas con los ladrones de su propio partido? Si han ganado las elecciones, se debe a los leales, aquellos que a pesar de todo siguen confiando en ellos. No obstante, más de siete millones de votos los avalan. Guste o no al PSOE, PODEMOS y CIUDADANOS, toca dialogar con el partido más votado.
El PSOE de Pedro Sánchez me deja perplejo. No he visto cambiar de discurso más veces en menos tiempo a un candidato a la presidencia. A pesar del desastroso gobierno que Zapatero nunca reconocerá, Pedro Sánchez debe vivir en otro planeta. Junto al PP se ha llevado el mayor varapalo en las urnas de la democracia. También en parte por los casos de corrupción, que tampoco son pocos. Pues aun así se cree el salvador de la izquierda y se plantea pactar con los que hace dos meses negó reiteradamente, con valoraciones que rozaban lo ofensivo sobre Pablo Iglesias y lo que podría acarrear una coalición con Podemos. Y se hartó de pregonarlo en todas las cadenas habidas y por haber. Hoy mismo el portavoz de su partido garantizaba de nuevo que nunca pactarían con independentistas; pues hace cuatro días se estaban regalando diputados para conformar el parlamento a dos partidos independentistas en Cataluña. De verdad, ¿alguien entiende algo?
Pablo Iglesias; para mí el más y mejor estratega, se afila los colmillos montado en el descontento merecido de gran parte de la población española. Pero su credibilidad está en juego cuando se comporta como sus contrincantes y ante la posibilidad de formar gobierno cambia las políticas de juego. Pactos imposibles hace un mes, son ofrecidos ahora por Pablo con total frescura y, lo más destacable de todo es que hace saber una y otra vez (entiendo que por la estrategia de la repetición) que habla en nombre de los ciudadanos. Quizá seamos los únicos que sabemos qué queremos de todo esta trama de ninguneantes.
Yo solo hablaré de la línea roja que yo, repito, yo, a nivel estrictamente personal nunca podré tolerar. A riesgo de equivocarme, hay que reconocer que el ya famoso viaje en el avión privado de Maduro a Venezuela creaba cierta preocupación, pero siempre podría haberse manipulado para desacreditar a la representante de la CUP, miembros de Podemos, etc. Pero la asistencia de varios de estos pasajeros al homenaje de los asesinos de ETA, con un padre y suegro de etarras conferenciando clama al cielo. Me son indiferentes los ideales políticos. Siempre he sido tolerante y respetuoso con todas las ideologías, pero amigos, cuando se porta un arma y se asesina a personas por un ideal se convierte en fanatismo criminal, nunca es política. Todos los radicalismos, enajenados por las formas y carentes de criterio democrático, antes o después dejan al descubierto sus debilidades. No se puede matar para justificar ningún ideal. No se puede decidir por otros y amenazar al que no piensa como tú. Eso aquí y en cualquier lado es fascismo. Pese a quien le pese.
CIUDADANOS, desde la barrera y calladito se ofrece al mejor postor. Hábilmente se atribuye la idea del cambio institucional y ojo avizor se posiciona a merced de sus intereses según los acontecimientos. Quizá sea cierto que ha sido el único que honestamente divulgó su posibles pactos antes de las elecciones, y ello le hizo perder un número considerable de votos, pero se ha mantenido fiel a su programa; ambiguo, sí, pero es lo que hay.
Así que, de nuevo, aunque de acuerdo en que es necesario un cambio profundo en las políticas de nuestro país; lo primero ha de ser lo primero y ninguno merece mi confianza para llevarlo a cabo.
Hoy publico esta entrada y puede que mañana ya quede obsoleta. Viendo al ritmo que nuestros representantes cambian de opinión, desde luego ahora más que nuca todo es posible.
¿Cuántos donde dije Digo…nos quedaran por ver?