CARA A CARA

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Creo ser objetivo al calificar de certera la entrevista que nos brindó el periodista Jordi Évole el pasado domingo. Conocido por su compromiso con la actualidad de la calle, la que preocupa a los ciudadanos, la que de verdad importa, es evidente que no dejó indiferente a nadie.


Desde lo cercano del lugar de celebración, el bar del Tío Cuco, en Canyelles; uno de los trece barrios de Nou Barris en el extremo norte de Barcelona, hasta el formato; con Évole como moderador y, sentados frente a frente, Pablo Iglesias como representante indiscutible del nuevo partido de izquierdas Podemos, y Albert Rivera desde un centrismo que muchos dudan al frente del partido político Ciudadanos, en claro ascenso de popularidad, se dio respuesta a cuestiones de actualidad con preguntas directas, sin tapujos; obligando sobre manera a mojarse a dos referentes de la política actual en sus respuestas.

Aunque brilló el respeto mutuo, si hubo discrepancias que alteraron más a Albert Rivera, que parecía desesperar cuando el sosegado Pablo Iglesias pronunciaba retóricas utopías a gusto de todo tipo de paladares. Nadie puede estar en desacuerdo con casi la totalidad de las ofertas que desde Podemos se plantean como programa electoral, y digo _casi_ porque la Institución de la Iglesia, las grandes fortunas o la banca fueron sus prioridades en cuanto a enemigos a batir; pero de nuevo y siempre desde la objetividad de lo que se pudo escuchar en dicha entrevista, faltó credibilidad en sus proyectos. Números que no supo como explicar sin dar viabilidad al gasto que supondrían sus ambiciosas solucciones. Abogó por la necesidad de cambiar las cosas a base de reformar leyes y gobernar por y para la mayoría de ciudadanos de clase obrera y los más desfavorecidos, desde parados de larga duración, familias en situación de exclusión social o inmigrantes y refugiados políticos.

Albert Rivera abogó por respaldarse con un programa electoral que goza del beneplácito de Europa como referente en muchas de sus políticas, e insistió que la solución de la actual situación económica de nuestro país pasa por la creación de riqueza y reparto proporcional de la misma. Pablo Iglesias afirmó que ya se podía remediar la desigualdad en claro aumento en España en los últimos años con un cambio radical, con el recorte de sueldos a los cargos políticos y subiendo los impuestos a los grandes capitales.
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Sorprendió que ambos dirigentes, de acuerdo en cuestiones como la necesidad de cobrar el IBI a la iglesia, devolver o paliar la angustiosa situación en lo que ayudas sociales se refiere o la protección y actualización de las pensiones con respecto al IPC, concluyeran prácticamente al unísono, siendo muy conscientes de lo hastiado que se encuentra el pueblo con esta situación, en ser intransigentes con la corrupción como bandera e insignia. Presumieron ambos de no deber ni un euro a los bancos, pudiendo tomar las decisiones libremente sin la coacción que sufren los dos grandes partidos de siempre (PP y PSOE) cuando sus deudas son condonadas por las entidades bancarias a cambio de acuerdos tácitos por todos conocidos o la garantía de puestos de relevancia cuando su etapa como políticos llega a su fin.

Como país de referencia Dinamarca fue el ejemplo a seguir por ambos entrevistados, cada cual arrimando el ascua a su sardina.

La pregunta más esperada quizá fue la relativa a la batalla independentista que se lleva a cabo por Junts pel Sí. Desde Podemos, la clave de la no separación de Cataluña del resto de España reside en la concesión sin paliativos de un referéndum, tras el cual habría que convencer a los independentistas catalanes de que España en mucho más que Mariano Rajoy, para mantener y lo transcribo literalmente “a la nación catalana dentro de España”. Albert Rivera, en desacuerdo con la celebración de un referéndum y con ánimo explícito de no vulnerar la ley, ofreció resolver la situación en Cataluña con políticas de crecimiento y acercamiento, para que España no se convierta en una sucesión de autonomías independientes del Estado; situación que a su juicio debilitaría la economía y fortaleza del país. También fomentó la idea de unión y fuerza de todos los países juntos por un proyecto común en una Europa donde no hay cabida para este tipo de iniciativas. Pablo Iglesias culpó al PP de facilitar la imagen de mártir de Artur Más en beneficio de éste.

Desde mi incredulidad y decepción política, la cual arrastro desde hace años, al menos este careo mostró transparencia y libertad periodística en beneficio de la tan deteriorada imagen de los políticos; los que hasta ahora no son capaces de debatir en público sin el abrigo de pactos de preguntas prohibidas, o recurrir al deprimente intercambio de ataques verbales y el ya incesante e indignante “y tú más” cuando desaparecen los argumentos, muy característico de los debates y encuentros políticos a los que nos tienen acostumbrados. 19082007596

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