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UN MAL DÍA

Me sentí a salvo y me dije: _“por fin en casa”_

Pero…

Tropecé y me rompí tres dientes con el bordillo. Aquello, sumado al despido de primera hora, la petición de divorcio de mi mujer y la detención de mi hijo por tráfico de drogas, me llevó a perder el control.

Salí hacia el hospital, pero crucé sin mirar la calle y fui atropellado. Con un dolor intenso en la pierna derecha conseguí ponerme en pie. El conductor salió del vehículo muy preocupado. Yo me quedé paralizado. Era mi jefe; a su lado, mi mujer, que se tapaba la cara avergonzada.

Lloré.

SUICIDIO FALLIDO

Asomado al abismo pensé: _” Ha llegado mi hora”_

Desde lo alto del acueducto de Segovia grité: ¡Aquí me tienes! ¡Tal cual llegué a este mundo me entrego a ti! Si es que hay alguien ahí arriba. Si es que alguien escucha las palabras de este ser infame y merecedor de tu castigo…

Si mi desnudez no es descaro ante el ojo que todo lo ve, llévame contigo. Haya luz u oscuridad.

                               -Pues vas a tener suerte. Porque me queda un calabozo con ventana al patio.

                El agente me esposó y me detuvo por alteración del orden público.

MALDITOS DEMONIOS…MALDITOS FANTASMAS…

Y así, huyendo de tus miserias, se te ha pasado la vida.

Donde pudiste ver nacer cada nuevo amanecer, apagaste la luz para ver el ocaso. El espejo de tus penurias solo refleja el fracaso.

En un lúgubre laberinto, cada vez más enmarañado, con espinosos zarzales y alimentado de fantasmas, tan reales en tu conciencia como abstractos en el mundo real, dejaste secar al sol las esperanzas para regar de recuerdos distorsionados el jardín de tu existencia.

Y hoy, arrepentido, aunque no redimido, miras al infinito temeroso por marchar solo. Convencido de que allí, al otro lado, encontrarás las respuestas a las preguntas que quizá, nunca debiste haber planteado.

Preparado para morir, te olvidaste de vivir. La toalla cogió polvo, pues una vez tirada, nunca quisiste recogerla para enfrentarte a un nuevo combate.

Y fue allí, en lo más profundo de tu infancia, donde los demonios de una madre perturbada echaron el ancla. Nunca se marcharon. Y me consta que nunca lo hacen; que los fantasmas se heredan y los demonios, alimentados de los traumas no superados, en un delirio cómplice se recrean hasta consumirte.

Porque sí. Pudiste alcanzar sueños anhelados; viajar, descubrir un mundo misterioso que se ha desvanecido tras  tu ofuscada mirada. Que te lo has perdido todo. La vida de tus hijos. Sus logros y fracasos. Que el más allá será fascinante, y ojalá, como te dije hace poco, sea como siempre creímos, para que de una vez por todas, al menos una vez en tu vida, veas todo con la claridad de la verdad absoluta, la que le está negada al ser humano banal y falible. Desde lo alto, desde el único lugar donde se puede observar con perspectiva, quizá por fin consigas entender que ser feliz solo ha dependido de ti.

Escucho canciones que me trasladan a una infancia donde fuiste espejo en el que mirarse; el que rompiste en nuestras caras invadido por el virus de la desconfianza hacia los tuyos, los celos enfermizos, la envidia… Resultado de lo injusto y tortuoso que resultó  tu niñez; la ausencia del cariño maternal, el desamparo de una madre que enterró tu autoestima tan profundo, que no ha habido terremoto capaz de devolverte la confianza. Cada vez más encerrado en el agujero negro de tu desazón e incomprensión te precipitaste al abismo de la soledad y el desaliento.

Y todo se volvió oscuro. Las risas, llanto. La familia, un buen recuerdo. Tu vida, un paseo a ninguna parte. Andar en círculo solo desgasta los zapatos.

Metido en tu cueva has conseguido sobrevivir a un futuro que no has visto llegar. Sumido en vagos recuerdos de momentos felices, dejaste marchitar nuevas oportunidades tras sucumbir y rendirte agarrado al clavo de la necedad. Cual espinas lacerantes, errores pasados, algunos tan graves que alimentan tempestades, abrieron heridas que construyeron puentes sin retorno; aquellas que abiertas aún supuran y que cuando no estés no habrán cicatrizado.

Cogeremos el relevo, cada cual el que le toque. Heredaremos lo que en vida dejas. Tiraremos de reservas para posicionar nuestras emociones en un punto medio, aquel que nos permita continuar sin la culpa de tu culpa, sin rencor, sin redención…

Siento que te irás sin haber estado lo suficiente. Sin haber despejado dudas. Sin haber entendido muchas cosas. Pero no puedo evitar las lágrimas. Grandes conversaciones que forjaron cimientos de una filosofía de vida de la que hoy me siento orgulloso, me vienen a la memoria.

Podrías haber disfrutado tanto, querido tanto, amado tanto, que habría llegado solo ese cariño que siempre has demandado. Solo tenías que dar.

Cantaremos a dúo las viejas canciones que siempre han sonado en tu despacho cuando no estés. Desafiaremos a las tormentas; esas que tanto nos gustan. Miraré al cielo en la noche desde las cumbres.  Quizá observando ese universo que tantas horas ocupó en nuestras largas charlas hasta la madrugada, algún día, juntos encontremos respuestas.

“El infierno debe estar vacio, todos los demonios están aquí” 

William Shakespeare

LA ESENCIA

Regresaba ofuscado de una dura jornada de trabajo. Algo intranquilo y disgustado por varios acontecimientos laborales y personales. Llegué a casa después de ocupar media mañana intentando resolver lo que a priori me resultaba de inmediata resolución.

La temperatura era agradable. Como siempre, las perrillas se me echaron encima para arrebatarme los malos pensamientos y devolverme a la realidad.

Me asomé al jardín, el mismo que después de varios años de duro trabajo he conseguido que sea un lugar agradable donde descansar y desconectar con las mejores vistas de la Sierra de Guadarrama.

No me resistí a lo que me pedía el cuerpo y me tumbé en el césped. Pequeñas nubes algodonadas se interponían entre el astro rey y el que subscribe, pintando mi cara con un renovador haz de rayos luminosos que me recargaban las pilas, recordándome lo bello que es la vida.

Así conecté de nuevo con la verdadera y única realidad. La ley interna que llevo a rajatabla, aunque a veces los pesares diarios me desorienten e invadan mi trabajada capacidad de priorizar en pos de lo que de  verdad importa.

Entonces volvieron los agradables pensamientos, el optimismo que me caracteriza, y a pesar del cansancio por la falta de sueño, la energía volvía a mi ser a medida que la sonrisa se dibujaba en mi rostro.

En esencia, respiré. Relajé cuerpo y mente y enseguida cambié de actitud. Planifiqué diversas actividades; entre ellas: llamar a buenos amigos, de esos que siempre están; seguir peleándome con mi próxima novela; algo de ejercicio y descansar; que falta me hacía.

Pasadas las doce de la noche se solventaron, casi solos, lo frentes que tenía abiertos.

Cada día me levanto agradecido. Consciente de quién soy y contento por haberlo conseguido. Mirarte al espejo y encontrarte es síntoma de salud física y mental.

Miro a las montañas. Las echo de menos. Pronto me reencontraré con ellas. Pero me escapo por preciosos valles y ríos que por suerte me rodean.

Vivo y dejo vivir.

 Agradecido por los sueños cumplidos quiero y me siento querido. Hay personas maravillosas a mi alrededor y procuro que lo sepan.

Con los años vendrán duros momentos. Situaciones inevitables, duelos y pérdidas difíciles de asumir.

 Intentaré estar a la altura sin perder la esencia.

ALMAS GEMELAS/ALMAS DIVIDIDAS

Era de noche y verano. Nuestros cuerpos se daban calor. Las horas, dulces instantes; tu aroma, embriagador.

Debió esfumarse con el alba nuestra desenfrenada atracción. El regalo de un sueño consciente, una reveladora prueba de amor.

No supimos romper cadenas, no acertamos la combinación; nuestras almas quedaron presas, mi cuerpo, sediento de vos.

Levitamos sobre brasas ardientes, hacia un futuro mejor; increíble, de ser cierto; mucho más, una utopía, una quimera, una alucinación…

Desde entonces vivimos, a espaldas del mundo real; un mundo injusto y contrario a nuestra relación virtual. Puedo leeros los labios, sé que me piden perdón, por besarme en la distancia, por amar como un ladrón.

Ahora sueño a escondidas, lo mismo que os ocurre a vos. Querrías dormir a mi lado, y yo, al lado de vos.  Amaros yo quiero y no puedo; dificil la solución. Todas las horas son horas perdidas, pues no las disfruto con vos.

 No expiró por la distancia; no cedió ante tu pudor; ni el encierro involuntario destruyó mi corazón.

En nuestra verdad de mentira, en este cuento de un mal Dios, con final impredecible y sin bajar el telón, nuestras almas reclaman sus cuerpos, lo imploran con gritos ahogados que solo escuchamos tú y yo.

Un pestañeo puede ser eterno si lo anhelas, infinito si no llega antes del resplandor.

¿APRENDEREMOS?

Mientras, la primavera florece pese a todo. Avanza curiosa y absorta por la ausencia de los ruidosos y entrometidos humanos.

Algunos animales, desaparecidos, escondidos en lo profundo de los bosques, asoman el hocico ante la paz que el virus ha provocado en su mundo; ese mundo del que hace miles de años nos adueñamos sin contemplaciones.

Y ahora un microscópico y poderoso virus ha conseguido confinarnos en nuestras casas por un tiempo aún por determinar.

Pero fuera, en la calle, más allá de la ventana, la vida no se detiene. Florecen las praderas; los árboles se cargan de frondosas hojas verdes; el viento sopla y las tormentas características de la estación descargan donde les complace. Los caminos de montaña se cubren de vegetación; las sendas desaparecen, y, en tan solo un mes, la naturaleza se recicla a un ritmo vertiginoso. Mejora la calidad del aire; desciende la contaminación acústica a cifras de hace décadas. Delfines, ballenas y miles de peces de distintas especies regresan a playas y puertos, donde la ausencia de actividad mantiene las aguas limpias y  claras.

El precio, muy caro. La pérdida de miles de vidas asola a la humanidad. De manera global, cual se pudo expandir el libre mercado, se extiende la pandemia sin entretenerse ni dudar entre ricos y pobres, caucásicos, africanos, asiáticos o australianos. Todos y cada uno de ellos expuestos a la misma enfermedad y trabajando duramente por conseguir la vacuna.

En la cara oculta del onanismo mental del ser humano, los hay que consiguen sacar beneficio del caos, enriqueciéndose a costa de las desgracias ajenas. Unos, económicamente, multiplicando exponencialmente el precio de los productos imprescindibles y demandados por todos los países afectados, cada vez más. Luego, los que a río revuelto engendran mezquinos planes de actuación de cara a las próximas elecciones. Se difunden todo tipo de bulos, salen a la luz las miserias de unos y otros; los radicalismos se ratifican en su obsesiva irracionalidad, por encima incluso de la propia vida de sus semejantes.

La solidaridad se refleja únicamente en los que al pie del cañón necesitan imperiosamente que la pandemia sea controlada por el bien de su familia, negocio y forma de vida. Los empleados públicos, ninguneados en los últimos años; cuestionados, ofendidos, e incluso en muchos sectores demonizados y exterminados, muestran su rostro y dan la cara a pesar de los pesares. Niegan el inmerecido título de héroes; solicitando comprensión, medios, reconocimiento y seguridad.

Dicen que habrá un antes y un después, que daremos verdadera importancia a lo que realmente lo tiene; que seremos mejores personas y valoraremos el trabajo del prójimo.

Pero por la misantropía que me convierte en incrédulo, creo que cuando todo pase, volverán las ambiciones, vilezas y descarnadas políticas de los poderosos. Saldemos de nuevo a la calle sin respetar nada ni a nadie. Estoy convencido de que no aprenderemos la lección; y una nueva y nunca antes vista guerra por consolidar el poder económico del planeta, se vislumbrará para vergüenza de la humanidad y desgracia del resto de seres vivos del planeta.

Hemos visto como los acuerdos y tratados europeos no han impedido que cada cual se lamiera su rabo, y perdón por la expresión, pero es la cruda realidad. La prepotencia de líderes mundiales; dígase Donald Trump o Boris Johnson, han costado la vida, seguramente, a miles de personas. En nuestro propio país se subestimó el poder de la enfermedad e ignoraron las advertencias de países como China. Se actuó tarde y la sensación de chapucera improvisación se respira en el ambiente por la falta de medios y seguridad. Ello ha costado vidas, muchas…Nadie pagará por ello. Ya lo veréis. Y no es ninguna proclama política. Todos los gobiernos de unas y otras ideologías han cometidos graves errores que nunca fueron juzgados.  

Mientras los intereses económicos y políticos sigan por delante de los valores en los que se ratifica el sentido de la palabra “humanidad” , estaremos condenados. Sea pues.

Otro día ahondaremos en las distintas y variopintas teorías de la creación y propagación del COVID-19. No me creo ninguna, pero tampoco las descarto todas.

CUANDO LLEGA LA HORA

_Al final, el dinero es lo de menos. Añoras querer y que te quieran_. Eso es lo que desde la experiencia que abona la vejez te dicen aquellos que solos, se enfrentan a un destino bastante predecible cuando la parca llama a la puerta.

Descubren que todo lo atesorado no cabe en el ataud, e inevitablemente dejará de pertenecerte en cuanto tú dejes de existir para el resto del mundo que sigue su curso inexorablemente.

Y se arrepienten solo de lo que no hicieron cuando pudieron; de lo que no han dicho y se queda en un hondo tintero. De oportunidades desaprovechadas, experiencias no vividas; amores desterrados y amigos perdidos.

Del tiempo extinto entre quejidos evitables y cabreos ridículos e inconfesables. De manos tendidas e ignoradas que luego serán anheladas

De ello aprendo e intento interiorizar en mi ya arraigada filosofía de vida.

Sentir de cerca; tocar…

Querer sin filtros; amar…

Experimentar.

CRUCE DE MIRADAS

Mientras espera impaciente un reencuentro harto deseado,las bajas temperaturas de la mañana lo invitan a esconder las manos en los bolsillos de su forro polar. Ella asoma a los pocos minutos por la esquina en dirección al portal donde Fran la observa con detenimiento. Casi no la ve; refugiada tras varias capas de abrigo, bufanda y gorro resolpa y se queja del frío.

Deseando estar a solas, Fran la aborda en el ascensor. La abraza con firmeza, como queriendo constatar que es real, tangible.

Él busca su boca una y otra vez; pues sus labios son carnosos y adictivos. Ella los ofrece, pero los retira antes de perder el control. Fran se da cuenta, y, aunque con mirarla descubre sus pensamientos, no se rinde. Sara va de un lado a otro de la casa organizándose e intentando disimular sus nerviosismo.

Entonces Fran la mira fíjamente a los ojos; la coje desprevenida. Sara no tiene tiempo de esconder sus deseos; tan apasionados como temerarios; tan al alcance como ella esté dispuesta a reconocer.

Ella cierra el balcón de sus pupilas traidoras y se esconde tras su radiante sonrisa. Y Fran la deja hablar, la escucha, la observa intentando memorizar su voz, su aroma…perdiéndose en la miel de su mirada.

Otro encuentro en su mundo más real. Ese que todos guardamos en lo más profundo de nuestros pensamientos; donde hablamos con nosotros mismos y nos juzgamos, nos regañamos, nos vanagloriamos y justificamos.

El tiempo apremia y Fran ha de irse. Un último beso, este más complaciente. Mientras llama al ascensor, Sara espera en el umbral. De nuevo las miradas se cruzan y trasmiten sus mensajes.

Fran quiere atravesar el balcón y descubrir a Sara al completo. Ella que las estrellas se confabulen con el destino y los una para siempre.

FELICIDAD VIRTUAL

Escuchaba la radio antes del amanecer, camino del trabajo. Cuando conduzco me hace compañía y no siempre la música me entretiene.


Debatían de ética y moral ante los avances y la velocidad que la propia vida imprime a la humanidad, y, sobre todo, a las próximas generaciones, tan encapsuladas por un colapsado mundo digital del que casi nadie escapa.
Y cuando la ciencia anuncia que tras múltiples estudios el secreto de la capacidad creativa del ser humano es cuestión de la sinapsis, y que es posible, no solo igualar esas capacidades en el ámbito de la inteligencia artificial, sino superarlas, aparecen los miedos. Por ello, se contratan filósofos, pensadores, doctores en ética y bioética tratando de encontrar el límite, la línea roja que no se ha de sobrepasar.
Se trata de encontrar el punto justo para humanizar a las máquinas, cuando para mí, el verdadero problema será en breve, «desrobotizar» al ser humano.


Envueltos en un mundo virtual, la mente está cada vez más lejos del pensamiento propio, de la capacidad de razonar por uno mismo, pues cualquier dispositivo al alcance de la mano te facilita, ipso facto, la respuesta que necesites en ese instante. No levantamos la mirada sin comprobar que digitalmente estamos protegidos, y siendo así, el resto nos es indiferente. No tardando mucho; bueno, quizá ya sea tarde para elucubrar, al amparo de la necesidad creada y la velocidad de crucero a toda máquina, nos apearemos sin control, sin habernos enterado.


Un mundo que alguien imagina por nosotros y al que sucumbimos ciegos y satisfechos.

Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo. (Cicerón 106 AC)

RENDICIÓN

Definitivamente nos hemos rendido.

Sí. Da igual la cumbre del clima de Madrid y la del año que viene en Glasgow. Es indiferente el  clamor universal de los que no podemos tomar las decisiones.

 La lección de sentido común de los más jóvenes se pondera y magnifica de cara a la galería y se ridiculiza en privado.

Nadie se fía de nadie. Detrás del gran problema universal que a todos nos afecta, y, en mayor medida a los más pobres, y por ello más susceptibles de sufrir mayores desastres a muy corto plazo, está la desconfianza. Por la pérdida de poder; del equilibrio económico que mantienen los poderosos; y por tanto del control. Están cegados por la ambición. El gran mal del ser humano, y por desgracia, en consecuencia, de todo ser vivo que habita la tierra.

Que sí. Nos hemos rendido. Lo que realmente importa es estar preparados para lo que inevitablemente va a ser una realidad. Los responsables directos de la situación: EEUU, China, Rusia y la India, se mantienen al margen de cualquier iniciativa capaz de resolver o , al menos, paliar lo que ya está sucediendo, para seguir enriqueciéndose mientras se descojonan desde el palco. En el campo, más de 80 países de segunda división juegan un partido amañado cuyo empate a cero ya se había cerrado entre bambalinas.

No tenemos remedio. Será que lo hemos interiorizado. Será que nos motiva la autodestrucción; la curiosidad por ser testigos del caos y la destrucción de la tierra. Será que como el 98% de las especies del planeta a lo largo de su existencia, nos ha llegado la hora de la extinción.

Sea.