ATRAPADO

neuronasDesde su más tierna infancia, Alfonso solía preocupar a sus padres, pues durante minutos entraba en una especie de trance que lo mantenía absorto en sus pensamientos. La gran capacidad de experimentar sensaciones y analizarlas lo superaba, hasta caer agotado en un profundo sueño que duraba varias horas.

Una mañana, con siete años recién cumplidos, comenzó a hablar sin parar a gran velocidad y con una dicción fuera de lo común para un niño de su edad.

                                               -Vago entre sombras que sobrevuelan a mi alrededor. Me atraviesan puñales de odio y me acaricia con ternura el amor. Siento frío y calor a la vez. Me fundo con el sueño en una sola realidad y no consigo distinguir quién podré ser finalmente. Mi cerebro crece exponencialmente  con cada nueva sensación o estímulo. Me asusta.

Y rendido, durmió durante veinticuatro horas.

El pediatra decidió derivar al neurólogo lo que parecía un inusual caso de prodigiosa percepción e inusitada   neurogénesis. La cual, a través de los axones, trasmitía al doble de la ya vertiginosa velocidad los mensajes eléctricos entre las neuronas.

Lo primero que pudo observar el neurólogo fue, que la capacidad de trasmisión eléctrica entre ambos hemisferios, solo demostrado en personas del sexo femenino era posible en Alfonso, pero no solo eso. Disponía de ciento setenta mil millones de neuronas, casi el doble que una persona normal. La conexión era tal que confluían a toda velocidad el pensamiento holístico, la intuición o la creatividad propias del hemisferio derecho, con la lógica y el pensamiento analítico propio del izquierdo. Pero aún quedaba lo más espectacular. Su lóbulo temporal, el encargado entre otras cosas del habla, visión, oído o memoria, plasmaba unos datos inauditos en lo que a recepción y canalización de emociones se trataba.  Nunca antes conocidos en las amplias investigaciones en neurociencia cognitiva.

Los padres de Alfonso comenzaron a preocuparse por el constante ir y venir de su hijo a consulta de diferentes especialistas, cada vez más interesados en estudiar el asombroso caso de Alfonso. Hasta llegaron a ofrecer su ingreso y manutención gratuita en varios centros privados de investigación neuronal de Europa y Estados Unidos para el niño y toda su familia. Parecía ser que el potencial del niño era algo más que un don o capacidad especial. Se trataba de un auténtico poder.

Decidieron consultar con su hijo y actuar en consecuencia.

                                               -Hola Alfonso. Nos gustaría hablar contigo. Javier, el padre, tomó la palabra.

Se sentaron en el sofá del salón. Alfonso sentado en la alfombra observaba con atención a sus padres.

                                               -Claro papá. Puedo adivinar por vuestros gestos que algo os preocupa y es relacionado conmigo. También reflejáis el miedo en vuestra mirada y ante todo la duda e impotencia de no ser capaces de estar a la altura de lo que espero de vosotros.-Guardó silencio varios segundos y prosiguió.-Por vuestro estado de asombro deduzco que no he errado. Por favor papá, continúa.- Su tono, tierno y comprensivo ocupaba el lugar del padre y no del hijo.

                                               -Cariño, tienes siete años.-Ahora fue la madre la que tomó la palabra. -No somos capaces de comprender lo que sucede. La situación nos desborda. Ahora mismo acabas de expresarte como una persona adulta, con una empatía, sabiduría y conocimientos en inteligencia emocional que nunca lograrán la mayoría de personas en el mundo. Es como si una esponja gigante se hubiese metido en tu cerebro y no dejara de absorber todo lo que ves, oyes y sobre todo sientes a tu alrededor.

                Alfonso rio como el niño que era al imaginar una enorme esponja introducida a presión en su cabeza.

                                               -Tenemos miedo. Esa es la verdad.- Interrumpió Javier.- A veces, como ahora, eres nuestro niño. Y nos creemos capaces de protegerte y cuidarte el resto de nuestras vidas; pero en otras ocasiones nos da la sensación de que muy pronto tu autosuficiencia nos hará dispensables y querrás conocer por ti mismo todo lo que sabemos ocupa tu menta cada instante.

De hecho, mientras Alfonso charlaba con sus padres, a la vez, interpretaba la sensación de angustia de sus padres, el valor para enfrentarse a sus dudas, el amor en sus palabras y el afecto como hijo que él sentía por Javier y Nuria. Cada nueva emoción se acoplaba en su cerebro fundiéndose en su ADN en una simbiosis por el momento  soportable.

                                               -Queríamos preguntarte- Prosiguió Javier al darse cuenta de que Alfonso empezaba a dejar de prestar atención.- Si quieres ingresar en alguno de los centros que nos han recomendado o prefieres quedarte aquí, con nosotros.

Ahora Alfonso incrustó su infantil mirada en los ojos de Javier hasta descifrar por completo la verdad y sentimientos de su padre al respecto.

                Con una bondad infinita Alfonso sorprendió de nuevo a su padre con la respuesta.

                                               -Nunca han averiguado nada que yo no haya querido. Controlo, sin saber muy bien por qué, no solo mis emociones, de las cuales aprendo cada día, también la de los demás. Consigo conectar de algún modo con el lóbulo temporal de las personas si me concentro lo suficiente, incluso a veces sin querer. Soy conocedor de sus debilidades emocionales, sus miedos, sus creencias y sentimientos. He dejado hasta ahora que comprendan mejor qué es el cerebro humano y donde están las respuestas a casi todo. Es un instrumento inigualable, menospreciado y subestimado.

Sus padres, más perplejos si cabe, se encontraban ante su hijo de siete años como si de una conferencia se tratase, escuchando anonadados al futuro genio de la humanidad. El Einstein de la nueva era.

                                               -No debéis preocuparos por mí. De hecho, sois vosotros y el resto de seres humanos los que debéis plantearos vuestras prioridades. A través de las emociones la unión planetaria es posible. El amor por encima de todo permanece si se quiere que así sea. Enseñar a vuestros herederos a conocer su interior, a desarrollar el milagro de las emociones y a compartirlas con el resto de seres vivos del planeta. Un solo mundo, un solo corazón, una emoción multitudinaria canalizada como no puede ser de otro modo a través del amor. Muy pronto he de irme. Debo recoger más emociones, comprenderlas, canalizarlas y dar a conocer sus enormes virtudes para la continuidad de la vida hacia un mundo mejor, inmensamente mejor.

Javier y Nuria no supieron qué mas decir. Sin palabras abrazaron a su hijo, el cual supo trasmitir en el gesto paz, amor, seguridad y tranquilidad para que supieran afrontar su marcha. Ellos lo entendieron y asintieron con la cabeza, conmocionados, pero agradecidos.

La mañana siguiente Alfonso había desaparecido. Javier abrazó a su esposa seguro, confiando en las palabras de su hijo. Ella hizo lo propio y se besaron enamorados.

Alfonso caminaba por el inmenso bosque que lo separaba del océano. Acariciaba las flores, se abrazaba a los árboles, silbaba a los pájaros y sostenía sobre la palma de su mano los insectos que decidían posarse. De todo recibía enormes bocanadas de sensaciones. Placeres indescriptibles en un intercambio energético y enriquecedor que conseguía llenar de felicidad su minúsculo cuerpo, el de un niño de siete años. Caminó con caballos salvajes, se alimentó de miel de abeja con permiso de las mismas, bebió de riachuelos y durmió al raso. Con la mirada perdida en la inmensidad del cielo estrellado conectó con un universo infinito hasta casi llegar al éxtasis.

El mar se abrió ante él una mañana de primavera. Sumergió su cuerpecillo en las aguas saladas de un mar milenario, conocedor de siglos de vida en la tierra y aprendió de él y sufrió con él las injusticias, los errores de la evolución hacia la involución. Lo material por encima de la esencia de la vida, de su creación, de su divino poder. Lloró durante días por todos los hombres.

Durante años vagó en solitario, lejos de poblaciones o ciudades. Su control emocional, ahora rozaba la perfección. Pero era tal la inquietud y sus ansias de crecer y saber que apenas dormía, comía lo imprescindible y su mente no cesaba de recibir más y nuevas sensaciones de todo tipo y condición.

Cuatro años después sus padres recibieron una carta de Alfonso:

                               “No sufráis por mí queridos padres. He sido bendecido por un talento que me ha hecho comprender. He viajado por todo el mundo recibiendo de millones de seres vivos su energía, su vida, sus dolor y felicidad. He aprendido tanto, tanto…

                Por fin sé que todo tiene un mismo fin. Y es indiferente lo que investiguéis. La ciencia, en cualquiera que sea su vertiente, las artes, las letras…El conocimiento absoluto lo lleváis dentro de cada uno de vosotros. Es necesario abrir los ojos y enterrar los fantasmas que habéis creado para justificar vuestra existencia.

Existe un amor absoluto, universal, poseedor de la vida y la muerte. Único y omnipresente, Un amor incondicional y tan grande como seáis capaces de querer que sea. Mucha suerte.”

 

Unos días antes, recién entrado el otoño en lo más profundo de la selva amazónica, Alfonso escribía la carta para sus padres. Ahora era un adolescente físicamente, pero un anciano mental. Su cerebro, cansado, anunciaba el viaje definitivo. Se encargó de que la carta llegara a su destino y se perdió entre la espesura. Se desnudó por completo. La noche ganaba la partida al sol que se retiraba en silencio en el horizonte. Alfonso sonreía. Seguía disfrutando de una sensación vivida miles de veces, el amanecer o el ocaso de cada día. Se tumbó cara arriba extendiendo sus brazos. Su piel conservaba la multiplicada capacidad de trasmitir a través de las células de Merkel y las neuronas al efecto la temperatura, humedad, presión o suavidad entre otras a su prodigioso cerebro. Sintió profundamente la hierba que acariciaba su cuerpo, la tierra mojada por la lluvia del medio día, el silencioso transitar de una hormiga por su pie derecho, escuchó el viento que estremeció su cuerpo desnudo. Cerró los ojos y recordó el rocío que precede al calor de los primeros rayos de sol en amaneceres incontables; el latir de todos los corazones con los que compartió en su corta vida unos instantes. Lloró de emoción, la emoción que siempre le había acompañado. Una luz inmensa lo elevó con suma suavidad. Centenares de sensaciones experimentadas durante años confluyeron en un  amor indescriptible, y con él giraron  en su último viaje hacia su merecido descanso. Había comprendido y vivido lo suficiente, hasta conseguir encontrar la paz interior que solo puede darse con el amor absoluto, fundiéndose con él para siempre y por toda la eternidad.

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                                                               FIN

Los hombres deben saber que el cerebro es el responsable exclusivo de las alegrías, los placeres, la risa y la diversión, y de la pena, la aflicción, el desaliento y las lamentaciones. Y gracias al cerebro, de manera especial, adquirimos sabiduría y conocimientos, y vemos, oímos y sabemos lo que es repugnante y lo que es bello, lo que es malo y lo que es bueno, lo que es dulce y lo que es insípido.

                                                                                                                                                             ARISTÓTELES

4 comentarios sobre “ATRAPADO”

  1. Por suerte tú no eres ese niño, ya pasaste la edad… Pero de algún modo esos génes que irradian sabiduría y amor se han traslado a tu mente y a tu pluma para bien de todos los que te leemos. Esplendido, Cristian. Un lujo conocer tu obra.
    Gracias

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